En los últimos años, ha surgido un cambio de paradigma en relación al rol que desempeña el corazón en nuestro organismo, superando la fragmentación, para examinarlo bajo una visión holística e integral del ser humano, como un todo; ya que este es mucho más que un músculo que bombea sangre. El corazón juega un papel importante en nuestra experiencia emocional. Diversos estudios han proporcionado una nueva visión acerca del corazón, el cual está ligado a las emociones, salud, vitalidad y bienestar, y está íntimamente relacionado con el cerebro.
Cuando nos encontramos frente a situaciones de perturbación que permanecen en el tiempo sin posibilidad de ser resueltas satisfactoriamente, en nuestro organismo entra en funcionamiento una serie de procesos que pueden desencadenar una enfermedad coronaria o agravar el curso de la misma.
Una investigación publicada en la Journal Biological Psichiatry, detalla que las emociones negativas como el miedo, ansiedad, angustia, estrés depresión e ira, afectan directamente a los circuitos cerebrales y al corazón. Peter Gianaros, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Pittsburgh, señala que las emociones negativas persistentes, aumentan el riesgo de arteriosclerosis, Diversos autores expresan que el corazón es un reflejo de nuestro estado de estrés, y se refleja en nuestros latidos.
El corazón y el cerebro se comunican en ambos sentidos. El corazón envía señales al cerebro y viceversa. Cuando el corazón late de forma coherente -no estresado- envía señales al cerebro para que este elimine el estrés mediante un proceso fisiológico de reducción de hormonas del estrés y aumente la producción de hormonas positivas.
Reconocer los síntomas que se pueden presentar, permiten estar alertas y hacer una consulta médica en el momento oportuno. Estos signos se producen porque durante estas emociones, el cuerpo segrega sustancias que pueden causar enfermedades coronarias. El corazón es nuestro centro energético, del cual hablaremos próximamente.