Desde los albores de la humanidad la música ha acompañado al ser humano. El ritmo, la melodía y la armonía son los principales elementos de la música capaces de alterar las funciones corporales, emocionales, cognitivas y fisiológicas del ser humano. Todos lo hemos experimentado en más de una ocasión al escuchar un tema que nos trae gratos recuerdos o dolorosas experiencias. Ciertas interpretaciones rememoran momentos grabados en nuestra memoria que ni siquiera recordábamos.
La música tiene la capacidad de evocar una amplia gama de emociones y activar regiones cerebrales corticales y subcorticales, así como modular procesos como el control sensoriomotor, el dolor, la estimulación mental, la atención-percepción, la memoria, la imaginación o la comunicación, y regular los niveles de cortisol, frecuencia cardíaca y la presión arterial, entre otros. (1)
Con relación a las connotaciones emocionales de los acordes mayores y menores, tanto músicos como compositores coinciden en afirmar por regla general, que los tonos mayores suelen generar sensación de alegría, brillantez y positividad; mientras que los tonos menores evocan tristeza, melancolía y oscuridad, aunque el efecto final depende del contexto musical incluyendo el tiempo, la instrumentación y el ritmo, que pueden matizar o alterar estas asociaciones emocionales.
Los tonos mayores se utilizan mayormente en ambientes festivos, animados y optimistas, como por ejemplo las canciones infantiles o música pop, aportan una sensación de estabilidad y resolución que sirven como punto de partida o finalización de una pieza. En cambio; los tonos menores se vinculan con tristeza asociadas a sentimientos de desasociego y soledad. Estos últimos son comunes en baladas melancólicas, piezas emotivas, inclusive marchas fúnebres. Son efectivos para crear tensión que puede ser resuelta, o para generar una sensación de anhelo o complejidad emocional.
Ahora bien, dependiendo de ciertas variables como el género musical, el tiempo, la tonalidad, el contexto sociocultural, y la relación que el oyente establezca con la obra, estas respuestas pueden variar significativamente. Las composiciones rápidas y rítmicas pueden aumentar la activación motora, mientras que las piezas lentas y armoniosas tienden a generar mayor relajación y disminución de la frecuencia cardíaca.
En el plano emocional la música puede evocar recuerdos y despertar emociones de placer, entusiasmo y bienestar; o por el contrario generar tristeza, nostalgia e inquietud. Visto así, esta dualidad no representa contradicción alguna, sino que evidencia la riqueza expresiva de la música y su conexión con la subjetividad. (2)
Nuestro estado de ánimo puede verse influido por un tema musical triste o alegre. En el pasado, las canciones eran interpretadas con profundo sentimiento tanto por damas como caballeros, cuyas letras dibujaban emociones y sentimientos. Hoy en día las “líricas” han perdido el romanticismo de antaño, conformándose con repetir frases vacías carentes de contenido, cargadas de mensajes misóginos o violentos.
¿Qué temas vibran contigo?
(1) y (2) https://www.umssgroup.com/es/2025/07/18/el-poder-terapeutico-de-la-musica/