Ileísmo, la antigua técnica que te ayudará a pensar con más sabiduría

¿Te abruman las circunstancias adversas? ¿Has intentado tomar distancia de los problemas para apreciarlos con objetividad y no sabes cómo lograrlo? ¿Tienes que tomar una decisión y no sabes por cuál opción decidirte? El ileísmo puede ayudarte; en la literatura se emplea como recurso estilístico, pero este no es el sentido que aquí abordaremos.

El ileísmo no es más que el acto de referirnos a nosotros mismos en tercera persona en lugar de primera persona, el cambio lingüístico tiene la intención de hacer que la declaración sea registrada por un observador imparcial; un ejemplo, en el relato de la Guerra de las Galias (conflicto militar ocurrido entre el año 58 a.C. y 51 a.C., librado entre el procónsul romano Julio César y las tribus galas) el emperador Julio César escribió “César vengó al público” en lugar de decir “Yo vengué al público”.

Recientes investigaciones en el campo de la psicología, han arrojado que el ileísmo puede traer algunos beneficios cognitivos reales. Si nos encontramos en una situación difícil en la que tenemos que tomar una decisión, hablar de nosotros mismos en tercera persona, puede ayudar a neutralizar las emociones para evitar  desviar nuestro pensamiento , permitiendo encontrar una alternativa más sabia y equilibrada a nuestro problema.

¿Cuántas veces has tomado decisiones influido por las emociones del momento? El sumergirse de lleno en nuestras emociones, nubla el pensamiento e impide poner los problemas en perspectiva; ¿Acaso está mal desahogarse? No, de ninguna manera; somos seres emocionales que sentimos y padecemos. De lo que se trata es  evitar dejarse llevar por la euforia y actuar sin medir las consecuencias para arrepentirnos después. Tampoco se trata de negar lo que sentimos; sino saber reconocer y gestionar nuestras emociones. Toda una paradoja.

Cuando hablamos de nosotros mismos en tercera persona, las descripciones de la situación comenzarán a sonar como si estuviéramos hablando de otra persona y no de mí. Esa sensación de desapego permite observar el panorama en general en lugar de quedar atrapados en nuestros propios sentimientos. 

Si contemplamos las dificultades desde la perspectiva de una tercera persona por unos momentos, nos ayudará a valorar el problema con mayor claridad. ¿Lo has intentado?

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