Límites sanos en la práctica de deportes

Estudios recientes han confirmado lo que se venía discutiendo hace décadas; el ejercicio físico es fundamental para mantener una buena salud. La actividad física regular ayuda a prevenir las enfermedades crónicas, mejora el estado de ánimo, controla el peso corporal, y fortalece el sistema óseo-muscular, mejora el sueño, reduce el riesgo de contraer enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2, y algunos tipos de cáncer.

Hacer ejercicios o practicar deportes a cualquier edad (inclusive adultos mayores de 65 años) mejora la salud física y mental. Ciertas personas de acuerdo a su constitución física (altura, peso, masa corporal) cuentan con habilidades y destrezas que los hace destacar más en un deporte que en otro. Así encontramos a quienes sobresalen en natación, fútbol, béisbol, basket, atletismo, gimnasia, alterofilia, por citar algunos casos.

Con entrenamiento regular y constante, acompañado de una sana alimentación, y buenos hábitos de sueño, es posible aumentar la fuerza y la resistencia física del atleta. Ahora bien; hay que tener en cuenta las limitaciones propias de nuestro organismo ya que por la diversidad que nos caracteriza, todos los seres humanos no somos iguales ni “rendimos” de la misma manera.

Las redes sociales han “popularizado” ciertas disciplinas que exigen un compromiso físico y emocional extremo que requieren dietas estrictas, entrenamiento diario sin descanso, suplementación controlada, y un nivel de estrés corporal que muy pocos se encuentran en condiciones de sostener, le han costado la vida a muchos atletas de élite.

Tanto el ejercicio físico como la práctica deportiva, exige responsabilidad no sólo con la familia, el equipo y los contendores; sino tambien con nosotros mismos. Urge que reconozcamos nuestros límites y sepamos hasta donde podemos llegar a fin de evitar poner en riesgo el mayor valor que tenemos: la vida e integridad física.

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¡¡Condenado por tocamientos indebidos!!

Parte de una posición aceptada durante siglos, tiene que ver con la superioridad del hombre para decir, hacer y decidir cualquier cosa, inclusive en el campo laboral o familiar.

Hasta hace poco se justificaba y se consideraba “normal” que los hombres profiriesen comentarios y gestos hacia las mujeres los cuales no constituyen halagos, sino una invasión a su femenidad haciéndolas sentir avergonzadas o agredidas. Resulta común observar cómo ciertos “caballeros” no obsequian halagos a las damas; sino por el contrario, lo que sueltan por el aparato fonador es una parranda de vulgaridades callejeras.

Esta pequeña e “inocente” acción contribuye a que la ciudadanía “tolere” un acto que puede convertirse en la fuente de hechos mucho más graves si no se abordan aportunamente. Muchos casos de volencia hacia la mujer se deben a que estas manifiestaciones no tuvieron intervención; luego pasaron al acercamiento no deseado, al acoso, a la violencia sexual o al femenicidio.

El piropo callejero es una forma de acoso u hostigamiento; sin embargo este acto no es percibido como “violencia” por el común de las personas porque la mayoría asocia el término únicamente a la violencia física. Recientemente en Lima, un artista circense de origen húngaro Attila Vadja Zoltan fue condenado a dos años y seis meses de prisión preventiva por “tocamientos indebidos” (le apretó el glúteo) a la modelo y presentadora venezolana Korina Rivanedeira, a quien previamente la había sacado a bailar.

El Primer Juzgado de Investigación Preparatoria de Flagrancia de la Corte Superior de Justicia de Lima le impuso a Vadja el pago de una indemnización civil de 2800,00$ por el delito contra la libertad sexual (tocamientos, actos de connotación sexual, o libidinosos) en agravio de Rivanedeira. ¿Acaso en Hungría los hombres incurren en este tipo de conductas hacia sus mujeres?

A raiz de la denuncia de Rivanedeira, la municipalidad de Lima canceló el espectáculo circense de manera definitiva. Se hace necesario promover y difundir por los diferentes medios de comunicación y redes sociales, campañas informativas permanentes donde se especifiquen las conductas que son tipificadas como delitos; y dónde acudir en caso de riesgo o amenazas.

No tenemos que “normalizar” y restar importancia a la falta de respeto; mucho menos tolerar gestos, palabras o acciones que atenten contra nuestra integridad física y mental.

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¿Desaceleración de la globalización?

La globalización como fenómeno mundial, se conoce como el proceso de interconexión e interdependencia entre países que abarca elementos económicos, culturales, sociales, políticos y tecnológicos; y se manifiesta con el aumento del comercio internacional, flujos financieros, libre tránsito de personas, difusión de información y tecnología extra fronteras.

La proximidad entre regiones geográficas, así como las costumbres, lazos históricos, lengua y valores en común, facilitan la concreción de tratados con regulaciones legales que especifican la naturaleza de los acuerdos, derechos y obligaciones de los Estados parte; así como los mecanismos de cumplimiento de los compromisos válidamente contraidos.

La movilidad humana propició el incremento del turismo, inversiones y viajes; pero también estimuló el deseo de migrar en quienes percibían que en determinados países las personas disfrutaban de una mejor calidad de vida que de donde eran originarios. Si bien entraban de manera legal con pasaporte vigente, reserva de hotel o alojamiento, y boleto aéreo de ida y vuelta, “deciden” permanecer ilegalmente en el pais, “trabajando en negro”, sin ningún tipo de regulación ni beneficios.

Los Estados ante las protestas de la población debido al incremento de la migración irregular, han restringido la entrada al espacio interno; ya que un número considerable de personas “pernocta” en las plazas, parques, zonas de esparcimiento infantil, áreas comunes de aeropuertos, o bien se dedican al comercio informal contribuyendo con el aumento de desechos en la vía pública.

El auge de las viviendas en alquiler para turistas no reguladas (Airbnb) junto con la modernización de las zonas urbanas, han propiciado el incremento de los alquileres para otra población de mayor poder adquisitivo, desplazando a los residentes de ingresos promedio quienes quedan excluidos por la gentrificación.

En este escenario, algunos paises han implementado políticas proteccionistas internas mediante aranceles y barreras comerciales que dificultan el libre intercambio de bienes y servicios. La relación entre el crecimiento del comercio y el crecimiento económico global se ha reducido, lo que indica una desaceleración en el ritmo de la globalización comercial; sin embargo la difusión de ideas y tecnología y sigue avanzando.

En entornos de incertidumbre económica resulta imprescindible la mayor preparación posible, que permita proyectarnos a futuro en corto, mediano y largo plazo para estar atentos tanto a riesgos como oportunidades.

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¿Retos virales o delitos?

Se ha hecho habitual leer en las noticias nacionales y extranjeras, la proliferación de “retos” o “desafíos” donde los participantes graban un video en el momento que ejecutan una “prueba”. A simple vista, puede parecer un juego, especialmente si se trata de niños o adolescentes. El premio consiste en la satisfacción personal de haberlo logrado con éxito y en el reconocimiento del grupo.

Con el tiempo los desafíos incrementan paulatinamente los niveles de dificultad aumentando cada vez más el grado de riesgo, sobre estimulando la adrenalina entre los participantes. En este punto debido a la presión del grupo, y ante la amenaza de burla o “castigo” por abandonar la contienda, ceden a las exigencias del o los líderes, y actúan la mayoría de las veces por quedar bien, dejando de lado su conciencia, los límites y valores acerca de lo que es bueno o no.

Psicólogos, psiquiatras y educadores, coinciden al señalar que por su naturaleza social el ser humano necesita satisfacer el deseo de pertenencia e inclusión y ser aceptado desde la niñez, ya que tiene un impacto significativo en la formación de la autoestima y la construcción de relaciones saludables. Desde pequeños los niños buscan la aprobación de sus figuras de apego como los padres y cuidadores como una forma de validación y seguridad. La falta de aceptación puede conllevar a problemas de inseguridad, ansiedad, y dificultades en las relaciones interpersonales durante la edad adulta.

Ahora bien, ante la proliferación de retos cada vez más “populares” en redes sociales en los que se incita a atentar contra su propia vida o la integridad de los demás; se debe tener presente que tal “invitación” lejos de ser un juego, se convierte en delito bien por comisión (hacer) como por omisión (espectadores pasivos) que trae consecuencias en el ámbito penal o civil según la legislación vigente de cada país. La edad no es eximente de responsabilidad penal, porque puedes ser objeto de medidas diferenciadas de los adultos, que alcanzan al grupo familiar o escolar inclusive. En adultos resulta más grave, porque pueden exacervar delitos de odio, xenofobia o discriminación, como los lamentables hechos ocurridos en Torre Pacheco, Murcia.

Lo recomendable es educar a la población en general acerca de la importancia de cumplir las leyes, propiciar la convivencia armónica, la tolerancia y el respeto entre vecinos; a señalar firmemente que la comisión de delitos trae consecuencias jurídicas que restringen su libertad; a no ser partícipe de hechos de violencia que alteren el orden público, entre otras. A nivel familiar y escolar, resulta imprescindible conversar con los niños y adolescentes acerca de la importancia de establecer límites ante los posibles riesgos o amenazas que atenten contra su integridad física, mental o emocional.

Si bien es cierto que necesitamos pertenecer a un grupo, identificarnos y ser aceptados, debemos autoresguardarnos estableciendo barreras infranqueables al no compartir sus mismos propósitos y objetivos.

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“No le hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”

Este poderoso refrán mantiene su vigencia inalterable; e invita a preguntarnos ¿Quién o quiénes son los otros? Se trata de una máxima ética conocida como la Regla de Oro. El otro no tiene edad, sexo, origen, orientación sexual, raza ni condición social. El otro es cualquier persona distinta a cada uno de nosotros; no tiene nada que ver con tamaño, contextura, profesión o gustos. En otros palabras, se trata de una persona diferente a mi.

La Regla de Oro ha estado presente en diversas culturas y épocas, incluyendo el confusianismo, hinduismo y cristianismo, donde se exhorta a actuar con respeto y consideración; e implica una reflexión acerca de nuestras acciones y correspondencia para con los demás.

La regla de oro sugiere un enfoque empático que invita a ponernos en el lugar del otro, al considerar cómo nuestra conducta o acciones pueden afectar a las personas causándoles daño o sufrimiento innecesario. En el fondo se trata de un principio ético que busca promover la reciprocidad y el respeto mutuo en las relaciones humanas.

En el hogar, escuela o comunidad resulta imprescindible fomentarla desde la niñez. En las relaciones de pareja, vecindario o en el área laboral constituye la base de la convivencia armónica y prolongada en el tiempo. ¿Cómo te sentirías si recibes el mismo trato irrespetuoso y grosero que le brindas a los demás?

El ejercicio de reflexión e introspección nos invita a “vernos reflejados” en cualquier persona ya que compartimos las mismas emociones y sentimientos. Al respecto vale recordar que nuestro cerebro se compone de neuronas. Recientemente los neurocientíficos han desarrollado conceptos como las “neuronas espejo” las cuales se activan cuando un individuo realiza una acción, o cuando se observa a otro realizar la misma acción.

Estas neuronas son importantes porque están vinculadas con la imitación, empatía, comprensión de los demás y aprendizaje social; por lo que desempañan un rol crucial al permitirnos comprender las emociones de los demás al “simular” sus experiencias en nuestro propio cerebro.

Por la promoción de la empatía y el respeto para la sana convivencia y salud mental.

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¿Síndrome de la hoja en blanco?

Te sientas frente a la computadora; la enciendes y aparece la terrible página en blanco que te paraliza por largo tiempo (inclusive dias de días). Tratas de obviar la situación, y permaneces todavía sentado esperando a que llegue la inspiración divina. En esos angustiosos e ineludibles momentos surge la gran interrogante, ¿Ahora qué escribo?

El llamado “síndrome de la hoja en blanco” es generalmente conocido como el bloqueo mental que experimentan los escritores y estudiantes cuando se enfrentan a una hoja blanca al no poder comenzar a escribir. Esta situación suele causar retrasos significativos cuando se trata de proyectos académicos, cuya duración puede variar desde minutos hasta días, o inclusive semanas dependiendo de sus causas.

En este sentido, existen varios tips que pueden ser de gran utilidad:

  • Ejercita la lectura, busca información complementaria que te amplíe otros puntos de vista, o te aporte datos que no habías tomado en cuenta.
  • Evita “procrastinar”, posponiendo o retrasando tareas o actividades. Pregúntate a qué le temes o evitas enfrentar.
  • Establece metas pequeñas y manejables, anota los avances por pequeños que parezcan.
  • Organiza rutinas de escritura donde establezcas horarios para escribir, a fin de desarrollar el hábito de redactar.
  • Asegura que tu espacio de trabajo permanezca libre de distracciones y desorden. Un ambiente ordenado mejora significativamente la concentración y la eficiencia.
  • Dedica unos minutos a escribir unas breves líneas sobre cualquier tema, a modo de ejercicio de calentamiento, o realiza ejercicios de escritura creativa.
  • No temas compartir tus borradores con otros profesores o compañeros; ellos pueden abrir nuevas perspectivas y reavivar la motivación.
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¿Apocalipsis cognitivo?

En las últimas dos décadas, hemos sido expuestos a tal magnitud de información que cada persona puede dar su propia visión del mundo desde las redes sociales. Sin darnos cuenta, permanecemos atrapados en el medio de una constante lucha con el único objetivo de atrapar nuestra atención.

Bronner señala que en los albores de la humanidad, el principio de la racionalización del mundo hizo posible que la humanidad encontrara recursos para desarrollar la creatividad, el arte, las ciencias; sin embargo parece un contrasentido entender que mientras el desarrollo tecnológico ha sustituido el trabajo físico (y hasta el trabajo intelectual) para tener más tiempo libre y utilizar mejor nuestros recursos, ocupamos el tiempo libre con tablets, smartphone, o realidad aumentada.

La demanda constante de atención impide los momentos de reposo mental, pensamiento reflexivo y creatividad, en consecuencia, ¿Cómo podemos superar obstáculos o los desafíos como el cambio climático, la carrera armamentística, o el uso pacífico de la energía nuclear? Es indispensable que empleemos nuestros recursos intelectuales para ejercitar nuestra capacidad de buscar alternativas de solución. En otra palabras, optimizar el “tiempo libre” de nuestro cerebro.

La idea es desarrollar un pensamiento más autónomo ajeno al vaivén de las emociones; en este sentido resulta fundamental la enseñanza de la inteligencia emocional desde los primeros años de escolaridad, donde se aprenda a reconocer y gestionar las emociones para la toma de decisiones.

El miedo, la ira, la tristeza, la ansiedad, el odio, la vergüenza, la alegría, el humor, la felicidad, el amor, la compasión, la esperanza, la sorpresa, son parte de la herencia filogenética gracias a la cual el ser humano ha sobrevivido, ya que nos aportan información valiosísima acerca del medio en que nos desenvolvemos. No podemos desecharlas; hay que aprender a gestionarlas.

Bronner, G., Apocalipsis Cognitivo: Cómo nos manipulan el cerebro en la era digital. Barcelona: Paidós. Barcelona 2022

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¿Hablar o escribir?

Hablar y escribir son dos procesos que se complementan mutuamente, y aunque ambas son dos formas de comunicación, guardan diferencias entre sí. La lengua hablada es una manifestación natural del ser humano que se transmite a través de señales verbales, mientras que la escritura se realiza mediante señales visuales.

Ambos procesos requieren organizar palabras y frases que expresen nuestras ideas y pensamientos. Hablar o escribir en un cuaderno o diario cuando te sientes agobiado, ayuda a drenar al identificar los sentimientos que te turban y a la vez, expresar la causa del desasosiego.

Existen momentos en los cuales quieres simplemente que te escuchen abiertamente, sin juicios ni recriminaciones; para eso se requiere de esa persona toda la atención, respeto, y escucha activa sin distracciones. Si no encuentras con quien desahogarte, o si el momento te desborda, ¡escribe! ¡escribe! No te guardes ni reprimas ese nudo en la garganta que te oprime.

Suelta, saca hacia afuera lo que te perturba y te quita la paz. Trata de ver la situación desde otras perspectivas; pregúntate si hay algo que puedas hacer para remediarlo, y si fuera el caso ¡actúa y hazlo! Si por el contrario no puedes volver a la situación anterior, te toca reconocer y aceptar lo que no puedes cambiar. Guarda el aprendizaje y quédate con las lecciones de vida.

Culpabilizarnos y autoflagelarnos no hará que la situación anterior regrese; eso aplica para los cierres de ciclo al igual que el rompimiento de las relaciones laborales o sentimentales. El agua derramada del cántaro no se puede volver a recoger.

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El respeto; una mirada desde los derechos humanos

Si el gran objetivo de los derechos humanos es garantizar la dignidad humana y las condiciones para el desarrollo integral de cada persona, a través de normas que regulan el pleno respeto a la dignidad humana, además de promover valores fundamentales de convivencia, ¿Por qué se incrementan los conflictos, desigualdad e inseguridad entre las personas?

La palabra respeto hace referencia a uno de los valores morales más difundidos entre las sociedades, y es aquel que se refiere a reconocer, valorar o apreciar a un objeto, persona, o ser vivo; por ejemplo, respeto a los bienes de terceros, respeto a los adultos mayores, respeto a los animales, respeto al medio ambiente o respeto a las leyes.

Desde la perspectiva de los derechos humanos, el respeto es el reconocimiento del valor inherente y de los derechos innatos de los individuos en su dignidad humana porque todos poseemos un valor único e intrínseco que nos pertenece por el simple hecho de ser personas. En sentido negativo, el respeto se refiere a que debo abstenerme de ejecutar ciertas conductas o incurrir en hechos que perturben o menoscaben la integridad humana de los demás.

Los derechos humanos son normas de carácter universal y obligatorias para los Estados, que deben cumplirse sin excepción alguna; considerando que en la práctica constituyen un medio de protección y empoderamiento para poder enfrentar cualquier negligencia o abuso por parte de las autoridades.

El respeto hacia los derechos humanos de cada persona es deber de todos. Las autoridades en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, en este sentido es deber del Estado formar y actualizar a los funcionarios en esta materia, así como en las normas y procedimientos que la regulan.

A los ciudadanos y población en general hay que informarlos para que acudan ante la instancia competente cuando se trate de amenazas o vulneración de sus derechos.


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¿Qué es el respeto?

Si la falta de respeto entorpece la comunicación y ocasiona entornos poco saludables para todas las personas, ¿Qué medidas podemos adoptar para evitarlo? ¿Cómo generar espacios de convivencia familiar, escolar, laboral o social sanos y seguros?

La palabra “respeto” proviene del latín respectus, que significa atención o consideración, originalmente atribuido a “mirar de nuevo”; es decir, algo que merezca una segunda mirada es digno de respeto. De allí que sea considerado como una pieza fundamental para alcanzar una armoniosa interacción social.

Una de las premisas más importantes acerca del respeto, es que para ser respetado es necesario saber o aprender a respetar, a comprender al otro, a valorar sus intereses o necesidades, a tratar a los demás como te gustaría ser tratado. El respeto debe ser mutuo y nacer de un sentimiento de reciprocidad.

El respeto (tanto para los demás como para nosotros mismos) es vital para la comunicación efectiva, las relaciones sanas en la familia, la escuela, el trabajo, con nuestra pareja, y para alcanzar metas personales y profesionales. Respetar, pensar y actuar positivamente sobre los demás y con nosotros mismos (auto respeto), significa preocuparse por el impacto de nuestras acciones en los demás.

El respeto se aprende, lo cual no significa estar de acuerdo en todos los ámbitos con otra persona (aunque me perjudique); sino reconocer los aspectos en los que coincidimos o no, en los que estamos de acuerdo así como en los que discrepamos. También es aceptar que existe una variedad de personas que piensan diferente, no comparten los mismos gustos e intereses, o han decidido diferenciarse.

El respeto a la diversidad de ideas, opiniones, culturas y costumbres, entre otras, constituye un valor supremo en las sociedades modernas que aspiran a ser justas y a garantizar una sana convivencia. No se trata de discriminar ni ofender a determinadas personas por su forma de vida y sus decisiones, siempre y cuando sus actuaciones no causen ningún daño a terceros, ni afecten o irrespeten a los demás.

La mejor manera de enseñar a niños y niñas el respeto, es con nuestro ejemplo. Es actuar con respeto hacia su persona y hacia los demás. La escucha activa y la empatía son fundamentales para fomentar y expresar el respeto.

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