Workaholic: ¿Adicto al trabajo?

Es normal aspirar ser exitosos en el campo laboral, a sentirnos satisfechos con lo que hacemos, y que nuestra carrera avance; pero también existen seres que se involucran de manera compulsiva con el trabajo, casi de manera enfermiza, lo cual puede llevar a estas personas a tener dificultades en otros aspectos de su vida, como en la salud y relaciones interpersonales.

No hay que confundir a los que están enfocados y comprometidos con el trabajo con aquellos adictos extremos cuyas conductas o comportamientos no pueden dejar de hacer, a pesar de las consecuencias que les trae en su vida personal. Así surge el término workaholic para describir a la persona adicta al trabajo de manera obsesiva; más allá de dedicarle muchísimas horas diarias/semanales, mantiene una preocupación mental enfermiza con la faena.

Quien lo padece mantiene una gran preocupación u obsesión relacionada con el trabajo, que se traduce en una alta inversión de tiempo y esfuerzo en las actividades laborales, descuidando la salud e inclusive abandonando otras áreas de la vida personal y familiar. El workaholic piensa en el trabajo aún cuando no se encuentra trabajando, y en sus horas libres puede experimentar ansiedad o sentir que lo invade un sentimiento de frustración por no dedicarse a su actividad profesional.

Por todos es sabido que la adicción a las drogas, al juego o alcohol tienen connotación negativa desde el punto de vista social; pero esto no ocurre con la adicción al trabajo ya que inclusive puede estar bien vista; inclusive algunas empresas fomentan este tipo de conductas al propiciar en el propio adicto la imagen de alguien muy responsable y todo un ejemplo de buen trabajador.

Los especialistas en la conducta humana consideran que tal conducta puede tener diversas causas; bien sea la necesidad de ser reconocido permanentemente, por la convicción de disfrutar un mayor prestigio social o alcanzar mayor autoestima, o esconder una realidad interna angustiosa.

Si cientes cansancio extremo, dificultad para dormir o concentrarte, si observas que tus movimientos se tornan bruscos o torpes, que no dedicas tiempo para tu salud, o que no disfrutas de la compañía familiar ni del descanso, consulta con un profesional que pueda ayudarte.

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La salud y el abuso de las sustancias estimulantes

En un comunicado de prensa de la Organización Mundial de la Salud fechado el 10/05/2022 (1), se reconocía que gracias a la atención y el trabajo sostenido de los gobiernos nacionales, a la comunidad de salud pública y las campañas de la OMS, para limitar la disponibilidad y promoción del tabaco, se ha reducido el consumo y la exposición en todo el mundo, con el consiguiente ahorro de vidas; sin embargo con relación al alcohol, los resultados son desalentadores.

El más reciente Informe de la OMS alerta el creciente uso de las más sofisticadas técnicas de comercialización del alcohol a través de internet y redes sociales. Lo preocupante es que la publicidad ha incrementado campañas orientadas a los jóvenes en detrimiento de la salud (2). El Informe señala que en el mundo fallecen tres millones de personas como consecuencia del consumo nocivo del alcohol; de ese universo, los jóvenes representan el 13,5% de todas las muertes entre las personas de 20 a 39 años.

El patrocinio de grandes eventos deportivos ya sea a escala mundial, nacional o regional, la asociación con clubes deportivos, la publicidad en películas y series emitidas en canales de suscripción internacional, son las estrategias más utilizadas para llegar a más espectadores y consumidores potenciales en distintas partes del mundo.

La OMS alerta que la falta de reglamentación sobre la comercialización transfronteriza (medios de comunicación digitales), resulta preocupante en el caso de niños, niñas, adolescentes, mujeres y bebedores empedernidos. El consumo de alcohol desde la infancia se perfila como un factor predictivo del consumo peligroso en la edad adulta joven. Los bebedores adolescentes son más vulnerables a los daños derivados del consumo que un adulto mayor.

El consumo de licor está relacionado con problemas de salud, trastornos mentales y del comportamiento, dependencia , enfermedades no transmisibles como la cirrosis hepática, algunos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, lesiones y muertes por violencia, y accidentes de tránsito.

¿Qué consecuencias trae para el grupo familiar, que algunos de sus miembros abusen de sustancias estimulantes?

(1) y (2) La OMS señala la existencia de grandes lagunas en la reglamentación de la comercialización transfronteriza del alcohol.

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¿Somos vanidosos?

El mito de Narciso nos ayuda a entender el significado de la vanidad; allí se cuenta que era un joven enamorado de sí mismo. Un día al ver su hermoso rostro reflejado en el lago, se torna absorto y embelesado por lo que se le hace imposible apartarse de la imagen que observa, incapaz de hacer algún movimiento. Finalmente al querer acercarse más y más a la imagen para contemplarla mejor, Narciso cae ahogándose al no poder separarse de su reflejo; y en ese lugar creció una hermosa flor.

La vanidad no es más que el orgullo de aquellos que tienen un alto concepto de sus propios méritos y un afán excesivo de ser admirado y considerado por los demás; generalmente son conocidos por ser engreídos, ostentosos, orgullosos, petulantes, o presuntuosos.  

Las personas vanidosas se sienten superiores a todos, ya sea desde el punto de vista físico e intelectual; siempre se creen mejores, más interesantes, más inteligentes y más atractivos que el resto de los mortales. Debido a esto, no pierden la oportunidad de exhibir la indiferencia y menosprecio que le merecen los demás, destacando sus supuestas y extraordinarias capacidades.

En el fondo, estas personas esconden un sentimiento de inferioridad y el deseo de ser aceptado por el otro. Por eso cuando alardea de sus virtudes, el vanidoso intenta demostrar que no es menos que nadie y espera el aplauso y la admiración de quienes le rodean.

La vanidad es muy diferente al aprecio y reconocimiento sincero que los demás hacen de nuestros méritos. Por eso es importante que los adultos estimulen en los niños la seguridad y confianza en sí mismos, una sana autoestima, y que reconozcan su valía personal.

 

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El poder y la autoridad

Generalmente usamos indistintamente ambos términos que aunque guardan similitudes, encierran profundas diferencias.

El vocablo poder proviene del latín potere, y se traduce como la capacidad de lograr que algo ocurra; es decir, tener la capacidad de lograr que algo ocurra o poner en marcha una acción o un evento. Es un término que tiene múltiples dimensiones; y desde el punto de vista social se refiere a la posibilidadde ocupar puestos de autoridad.

En cambio autoridad proviene del latín auctoritas, auctor (autor), y este a su vez del verbo augere (promover, aumentar, progresar) que no es más que la autoridad que tiene la persona que crea, promueve, incita o conduce algo, propiciando el acatamiento natural de las demás personas; por eso es que cuando nos referimos a las “autoridades” hablamos de aquellos que ocupan cargos de poder en alguna organización o en el Estado.

El poder es algo transitorio que se basa en la posibilidad de hacer que algo ocurra o no; mientras que la autoridad posee alguna forma de investidura, formalidad o influencia gracias a la cual las demás personas le obedecen.

La autoridad también es la facultad o el derecho de mandar o gobernar a las personas que se encuentran bajo su subordinación; y cuando nos referimos a las personas que tienen esa cualidad. En las empresas, industrias, naciones, siempre encontramos a uno o varios miembros que tienen la potestad de ejercer el mando. En el poder en cambio, tienes que contar primero con la autoridad legítima para ejercerlo. El liderazgo habla de formar de equipos proactivos. En las familias generalmente son los padres o adultos quienes la ejercen. Autoridad y disciplina van muy de la mano, por eso es tan importante el respeto mutuo. Respetar al otro y hacerse respetar.

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Despedidas y duelos

Todas las personas desde pequeñas, experimentamos pérdidas a lo largo de la vida. Cualquier objeto de apego produce un duelo, aunque la intensidad y las características pueden variar en función del grado de vinculación emocional que exista con un objeto, un bien, empleo, vecindario, amigos, familia o pareja sentimental. El duelo es un proceso personal que depende de la propia naturaleza de la pérdida y las historias previas de cada quien.

La mayoría de las veces asociamos el duelo con la muerte; pero también las pérdidas pueden ser de distinta naturaleza, por ejemplo por procesos de enfermedad o de merma funcional entre otros. En estos casos existen estrategias y terapias que permiten ir gestionando gradualmente las pérdidas.

Los migrantes enfrentan un proceso de duelo que puede durar años. Dejar su hogar, su familia, sus amigos, por buscar nuevos horizontes y cambios de estatus profesional no resulta nada sencillo. La mayoría de las veces son víctimas fáciles de personas inescrupulosas mercaderes de la necesidad humana.

Las despedidas se viven en ambas direcciones, quien se va y quien se queda. No es fácil despedir a un ser muy querido, pero por el simple hecho de saber que estará en un lugar seguro y bien, con un mejor futuro, con grandes posibilidades de crecer personal y profesionalmente, hace que la despedida sea menos dolorosa.

Quien regresa después de haber estado muchos años fuera, observa y valora la realidad que dejó con otra perspectiva. Encuentra muchas cosas diferentes, algunas mejores y otras no tanto. El encuentro con el ser querido genera muchas expectativas en ambas partes. La distancia y el tiempo pueden causar que se debiliten los lazos afectivos; por eso es tan importante mantener el contacto siempre.

En estos casos, los teléfonos digitales y las computadoras han sido los grandes aliados para comunicarnos con quienes se encuentran lejos.

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¿Qué valoras más, las palabras o las acciones de las personas?

¿Te ha pasado que la familia o ciertos amigos te reprochen por algo que haces, y que también terminan haciendo ellos? ¿Qué opinión te merece un padre que le dice al hijo “no fumes” mientras sostiene un cigarrillo en la mano? Cuando nuestras acciones van en sentido contrario a nuestras palabras, decimos que es falta de congruencia.

En el campo laboral, familiar, o social, puede ocurrir que nos sintamos incómodos con lo que escuchamos, no porque el lenguaje o el tema sean desconocidos; sino porque existe algo en el discurso que “no nos termina de convencer”. ¿Son las palabras? ¿Es la posición? ¿Será porque dicen algo con palabras, pero a la vez expresan algo diferente con su actitud?

En el liderazgo, y específicamente cuando hablamos de la construcción de una cultura organizacional sólida; resulta fundamental el rol del líder congruente cuyas acciones y palabras se encuentren alineadas en el mismo sentido, que fomente la motivación, el trabajo en equipo, y el compromiso de los colaboradores.

El liderazgo va muy de la mano con la figura de respeto, autoridad y la toma de decisiones. La credibilidad necesita de confianza; un líder puede compartir al equipo un mensaje totalmente veraz, pero sus subalternos pueden llegar al extremo de no creerle ya que la distancia entre lo que dice y lo que hace es diametralmente opuesta.

En el hogar la disciplina respetuosa es fundamental; los niños son los primeros en identificar el abismo que existe entre lo que decimos y hacemos. Nuestras acciones y discurso deben ser cónsonos y estar en perfecta sintonía. Las palabras sin obras no convencen. En el campo del amor, sea de amistades, pareja o vínculo filial, lo tenemos más que comprobado.

 

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La empatía y las relaciones sociales

Sabemos que cuando los seres vivos nacen, la madre se ocupa de proveerles el sustento hasta que son capaces de valerse por sí mismos; así lo vemos en el reino animal. Los seres humanos no somos ajenos a esa realidad. La madre establece un vínculo emocional y afectivo con el hijo recién nacido, siendo capaz de comprender si tiene hambre, frío, sueño, calor, o sed. Por el tono de voz, gestos, o por su silencio, por ejemplo, es capaz de entender si a su hijo le preocupa algo. Sin embargo; en la mayoría de los casos, los adultos o padres, no le enseñan a sus hijos el proceso inverso; es decir, a ponerse en el lugar del otro, y a reconocer lo que le pasa.

Se conoce como empatía, a la capacidad de comprender los sentimientos de los demás; de poder apreciar las cosas desde la mirada del otro en lugar de nuestra propia perspectiva. Fortalecerla nos permite interactuar y mantener relaciones sociales, familiares y profesionales sinceras, facilita el desarrollo de la conciencia de uno mismo, además de contribuir con un mundo equitativo y pacífico. Sin empatía no sería posible la compasión, ya que la última implica la percepción y la compenetración con el sufrimiento del otro, donde surge el deseo y la acción de aliviar, reducir o eliminar la situación dolorosa.

¿Resulta importante promover la empatía? Claro que si por múltiples razones; ya que enseña a niños y niñas a tomar decisiones responsables al tener en cuenta a su familia, amistades, o comunidad; para mantener el bienestar y la salud física y mental; porque facilita la sana comunicación en las relaciones sociales y laborales; contribuye a generar conciencia social al reducir los prejuicios, el acoso y el racismo; y por último, porque nos permite comprender el estado de ánimo de las demás personas, propiciando un comportamiento más solidario, especialmente con aquellos que no pertenecen a nuestra cultura o comunidad.

Teniendo en cuenta lo anterior; ¿Cómo podemos fortalecer o propiciar la empatía en niños, jóvenes y adultos? Las siguientes preguntas pueden ser de utilidad:

  • ¿Escucho activamente y con atención al otro?
  • ¿Soy capaz de comprender lo que el otro siente?
  • Si fuese yo el que se encuentra en la misma situación, ¿Actuaría de la misma manera? ¿Haría algo diferente? ¿Cómo reaccionaría? ¿Qué acciones emprendería?

Y usted que me lee, ¿Le ha resultado sencillo ponerse en el puesto de otro?

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¿Cómo gestionar la tristeza?

Decíamos en el post anterior, que la tristeza así como el resto de las emociones, pueden variar en los seres humanos dependiendo de factores de carácter personal y medioambiental. Es natural que todos podamos sentirnos tristes de vez en cuando; pero cuando los estados de tristeza se vuelven demasiado intensos y duraderos, pueden llevar al sujeto al borde de una crisis de ansiedad o a presentar trastornos del estado de ánimo como la depresión.

Sin ánimo de proponer “recetas” o “fórmulas mágicas”, a continuación encontrarás una serie de propuestas orientadas al manejo de la tristeza en la vida diaria:

  • Identifica la emoción que te embarga: Con frecuencia experimentamos emociones que se tornan confusas por lo que debemos identificar cómo nos estamos sintiendo en determinado momento, a fin de diferenciar si es rabia, tristeza o frustración.
  • Identifica la causa o el motivo de la emoción: Si ya identificaste que es la tristeza lo que te agobia, lo que tienes que hallar es el origen o lo que desencadena la tristeza. Plantéate preguntas que desentrañen las causas; ¿Qué estoy evadiendo? ¿Qué es exactamente lo que me molesta? ¿Qué me hace sentir mal? ¿Verdaderamente estoy haciendo lo que me gusta? Aquí es importante ser honesto consigo.
  • Lleva un registro: La intensidad con la que experimentamos tristeza, puede ayudarnos a determinar si se trata de un asunto que podemos considerar dentro de la normalidad, o si por el contrario se está convirtiendo en un problema; por eso es importante estar atento a cuántas veces o con qué frecuencia nos sentimos tristes o desanimados. Si se trata de estados esporádicos podemos intentar solucionar la causa de la tristeza; pero si el sentimiento se mantiene durante muchos días seguidos podría tratarse de un problema del estado de ánimo (en este caso lo mejor es buscar ayuda profesional).
  • Determina el grado de tolerancia de la tristeza: Lo normal es que seamos capaces de tolerar cierto grado de tristeza o frustración a lo largo de la vida. Si la emoción que se experimenta es menos intensa, la persona será capaz de restablecer su estabilidad emocional usando sus propios medios de forma adecuada.
  • La tristeza es un estado de ánimo pasajero: Eventualmente nos sentiremos mejor; recuerda que la manera en que percibimos las emociones determina cómo estas nos afectan. Si nos empeñamos en ver todo lo que nos pasa como triste y desagradable, probablemente viviremos sumergidos en ese estado de ánimo negativo.
  • La tristeza es un poderoso agente de cambio: La mayoría de las personas considera como negativa a la tristeza por lo que hay que evitarla; sin embargo; tambiénpuede convertirse en un poderoso agente de cambio en determinadas situaciones. Por ejemplo, si atravesamos una ruptura amorosa, lo normal es experimentar tristeza y desasosiego; tras un tiempo la tristeza se habrá ido y en nosotros quedará un sentimiento de calma y paz, capaces de mirar el pasado de forma objetiva y serena, convirtiéndonos en seres más fuertes que antes de pasar por esa experiencia.
  • Encuentra el antídoto a la tristeza: No existen fórmulas mágicas que nos hagan sentir mejor de un momento para otro. Retomar un pasatiempo y disfrutar haciéndolo, puede ser una forma de combatir la tristeza y reemplazarlo poruno de goce personal.
  • Asiste a terapia: Si siguiendo las recomendaciones anteriores no has conseguido disminuir las emociones negativas de tristeza; lo mejor es que asistas con un profesional de la salud mental psicólogo o psiquiatra, a fin de evaluarte adecuadamente y ofrecer tratamiento.

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¿Cómo gestionar la tristeza?

Los seres humanos al nacer, están dotados de sentimientos y emociones mediante los cuales expresamos estados de ánimo; es sano y natural experimentarlas, reconocerlas, aceptarlas y gestionarlas. Las emociones nos ayudan a tomar decisiones y adaptarnos a la realidad, ya sea positiva o negativa. En esta oportunidad abordaremos la tristeza y cómo puede afectar nuestra calidad de vida.

Son muchas las situaciones que vivimos día tras día; algunas alegres, otras dolorosas que pueden llegar a causar estragos en nuestra salud. La tristeza es una emoción primaria que se caracteriza por los estados de angustia, malestar y melancolía que experimenta una persona cuando se halla frente a alguna situación desagradable.

La tristeza igual que el resto de las emociones, puede variar en cuanto a la intensidad dependiendo de una serie de factores personales y medio ambientales. Es normal que en alguna oportunidad, nos hallamos sentido tristes de vez en cuando; el problema estriba cuando los estados de tristeza que atraviesa una persona, se vuelvan demasiado intensos y duraderos, pudiendo llevarla al borde de una crisis de ansiedad o trastornos del estado del ánimo como la depresión.

Cuando la tristeza irrumpe en nuestra vida, genera un malestar que intentamos ignorar o eliminar; pero también se convierte en un mensaje útil para nuestro equilibrio psíquico. Esta emoción nos permite superar pérdidas, desilusiones y fracasos; además facilita establecer distancias con las situaciones dolorosas para impulsar la interiorización y cicatrización del dolor generado por ella. Del mismo modo sentir tristeza nos ayuda a empatizar con la tristeza de otros y así crear redes de apoyo.

En otras palabras; la tristeza es una emoción útil aunque dolorosa, puesto que es el punto de inicio del proceso de aceptación de una realidad que nos daña. En el próximo post, abordaremos cómo reconocer a la tristeza y enfrentarla. Y tú; ¿Cómo la has gestionado?

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7 claves para vencer la procrastinación

En el post anterior decíamos que procrastinar es la acción o el hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras más irrelevantes o agradables, trayendo consecuencias desfavorables en nuestro desempeño, así como la irreparable pérdida de tiempo útil y valioso. Sin embargo; podemos cambiar favorablemente esta situación siguiendo unas sencillas recomendaciones:

  • Identifica los distractores y elimínalos: Identifica todos aquellos elementos que en un momento determinado puedan distraerte o alejarte de tus ocupaciones, luego aléjalos o colócalos fuera de tu vista.
  • Divide la tareas en partes que sean manejables: Elabora un esquema de pequeños pasos que te lleven a la consecución de la meta final; responde a las preguntas, ¿Qué es lo primero que tengo que hacer para abordar el tema? ¿Y después? ¿Qué viene a continuación? ¿Cómo lo termino?
  • Rompe la barrera del primer minuto: Lo más difícil es comenzar a actuar; es decir, vencer el momento antes de empezar. Si logras hacerlo tendrás la mitad del trabajo hecho, ya que pasados los primeros 5 minutos el cerebro te ayudará ya que generará la ansiedad necesaria para culminar la tarea que has iniciado.
  • Evita los argumentos autopermisivos: Si decimos por ejemplo “no pasa nada por un día que me retrase”, “tengo tiempo“; o “son sólo 5 minutos de Instagram”; o “comienzo mañana”, estaremos justificando la procrastinación. Simplemente hazlo ya.
  • Prémiate por haber hecho la tarea: Si asociamos una tarea que nos resulta larga y tediosa con algo agradable como una recompensa, elevará la motivación.
  • Realiza breves descansos al concluir cada una de las tareas parciales: Cuando haces pequeños recesos, verás como recuperas energía física y mental. El cansancio es un factor que potencia el desinterés y reduce la capacidad de esfuerzo. Resulta vital establecer pequeños períodos de desconexión y descanso de la actividad.
  • Comunica tus decisiones: El compromiso es más difícil de incumplir si existe una resolución pública; por lo tanto hazle saber a las personas que has decidido actuar de determinada forma. De este modo harás todo lo posible por cumplir tu palabra.

Estos tips son apenas algunas estrategias que puedes implementar para vencer la procrastinación. No siempre son sencillas de implementar ya que en ocasiones detrás de esa postergación, se esconde el miedo al fracaso o el exceso de perfección. Y a tí, ¿Qué te anima?

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