Se ha hecho habitual leer en las noticias nacionales y extranjeras, la proliferación de “retos” o “desafíos” donde los participantes graban un video en el momento que ejecutan una “prueba”. A simple vista, puede parecer un juego, especialmente si se trata de niños o adolescentes. El premio consiste en la satisfacción personal de haberlo logrado con éxito y en el reconocimiento del grupo.
Con el tiempo los desafíos incrementan paulatinamente los niveles de dificultad aumentando cada vez más el grado de riesgo, sobre estimulando la adrenalina entre los participantes. En este punto debido a la presión del grupo, y ante la amenaza de burla o “castigo” por abandonar la contienda, ceden a las exigencias del o los líderes, y actúan la mayoría de las veces por quedar bien, dejando de lado su conciencia, los límites y valores acerca de lo que es bueno o no.
Psicólogos, psiquiatras y educadores, coinciden al señalar que por su naturaleza social el ser humano necesita satisfacer el deseo de pertenencia e inclusión y ser aceptado desde la niñez, ya que tiene un impacto significativo en la formación de la autoestima y la construcción de relaciones saludables. Desde pequeños los niños buscan la aprobación de sus figuras de apego como los padres y cuidadores como una forma de validación y seguridad. La falta de aceptación puede conllevar a problemas de inseguridad, ansiedad, y dificultades en las relaciones interpersonales durante la edad adulta.
Ahora bien, ante la proliferación de retos cada vez más “populares” en redes sociales en los que se incita a atentar contra su propia vida o la integridad de los demás; se debe tener presente que tal “invitación” lejos de ser un juego, se convierte en delito bien por comisión (hacer) como por omisión (espectadores pasivos) que trae consecuencias en el ámbito penal o civil según la legislación vigente de cada país. La edad no es eximente de responsabilidad penal, porque puedes ser objeto de medidas diferenciadas de los adultos, que alcanzan al grupo familiar o escolar inclusive. En adultos resulta más grave, porque pueden exacervar delitos de odio, xenofobia o discriminación, como los lamentables hechos ocurridos en Torre Pacheco, Murcia.
Lo recomendable es educar a la población en general acerca de la importancia de cumplir las leyes, propiciar la convivencia armónica, la tolerancia y el respeto entre vecinos; a señalar firmemente que la comisión de delitos trae consecuencias jurídicas que restringen su libertad; a no ser partícipe de hechos de violencia que alteren el orden público, entre otras. A nivel familiar y escolar, resulta imprescindible conversar con los niños y adolescentes acerca de la importancia de establecer límites ante los posibles riesgos o amenazas que atenten contra su integridad física, mental o emocional.
Si bien es cierto que necesitamos pertenecer a un grupo, identificarnos y ser aceptados, debemos autoresguardarnos estableciendo barreras infranqueables al no compartir sus mismos propósitos y objetivos.