De pequeños repetíamos en la escuela que los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren; es el ciclo evolutivo presente en las especies de la naturaleza. El ser humano no escapa de esta dinámica, Gracias a la disminución de los índices de mortalidad al nacer, se ha incrementado la esperanza de vida del adulto generando profundas repercusiones económicas, sociales y culturales en lo interno de los países. A nivel mundial organismos multilaterales han acordado medidas para asegurar a la población el disfrute de sus derechos y mejorar la calidad de vida durante el envejecimiento.
El envejecimiento es un proceso lento y gradual durante el cual se debe garantizar a las personas mayores el derecho a gozar de oportunidades de formación y empleo, y participar activamente en la vida familiar y social a través de diversas actividades como el voluntariado, aprendizaje permanente, expansión cultural y deporte. La idea fundamental consiste en garantizar el acceso a todo tipo de actividades y la igualdad de oportunidades para todas las personas independientemente del sexo y edad.
El ritmo actual de la sociedad moderna rinde culto a la juventud; los productos consumibles están dirigidos a potenciales compradores que rápidamente desechan objetos para adquirir otros más novedosos que ávidamente devoran; sin embargo para la población adulta las campañas se limitan a la compra de pólizas de vida, cobertura médica y geriátricos. Ahora, si usted goza de buena salud, energía y vitalidad, ¿va a limitar su vida y privarse de hacer lo que le gusta sólo porque los demás lo consideran viejo?
Con independencia de las medidas que adopten los países, es nuestra responsabilidad identificar las claves que a nivel personal nos permitan disfrutar un envejecimiento activo y una vida independiente desde que somos jóvenes y no esperar que las nieves del tiempo blanquen la sien para recuperar el tiempo perdido.