Sueños y pesadillas

A lo largo de nuestra vida, los seres humanos alternamos estados de vigilia y sueño. Cuando dormimos no sólo descansa el cuerpo, el cerebro también lo hace lo que permite recuperarnos de la actividad física y mental realizada durante del día. Independientemente de la edad, una noche de sueño apacible, nos hará sentiremos mejor, más alertas, optimistas, y con energía para relacionarnos con las personas. Quienes duermen lo suficiente (y bien) se desenvuelven mejor y son menos propensos a presentar problemas de comportamiento e irritabilidad. Si dormimos bien, gozaremos de una buena salud en general.

Durante el sueño, el cuerpo continúa trabajando para mantener una función cerebral saludable y mantener la salud. Después del nacimiento, el sueño promueve el crecimiento y desarrollo en niños y adolescentes ya que algunas hormonas de crecimiento son secretadas y sintetizadas en esos períodos. No dormir lo suficiente puede aumentar los riesgos de salud crónicos. Para los adultos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda dormir seis horas como mínimo para mantener un equilibrio en el organismo y por lo tanto en el rendimiento.

Las pesadillas en cambio, ocurren durante períodos de transición, estrés o cambios de rutina del niño; por lo general ocurren tarde en la noche y se suelen recordar al día siguiente. Afortunadamente las pesadillas tienden a desaparecer espontáneamente.

Muchos niños entre dos a ocho años, le tienen miedo a la oscuridad. Los especialistas consideran que a esta edad, los miedos son evolutivos; es decir, se trata de miedos normales y adaptativos que forman parte del proceso de desarrollo del niño, cuya principal función es actuar como sistema de seguridad. En otras palabras, hacen que actúen con mayor prudencia ya que tienden a evaluar las situaciones como arriesgadas o peligrosas. Los miedos evolutivos son transitorios ya que aparecen y desaparecen de manera natural con el paso del tiempo.

Entre las estrategias más efectivas para tratar el miedo que presentan los niños a la hora de dormir, consiste en estimularlos para que hablen sobre lo acontecido durante la pesadilla; presentar imágenes agradables; hacer una cena ligera; fomentar buenos hábitos nocturnos, y evitar la exposición a la televisión, smartphones, tablets y computadoras antes de acostarse a dormir.

No obstante; si persisten a edades más avanzadas e interfieren o condicionan la vida del niño que pudiera convertirse en un problema, no dude en consultar con un psicólogo, especialista o profesional capacitado para ayudarle.

¿Recuerdas tus últimas pesadillas? ¡Te leo!

You may also like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

28 − = 26