¿Qué diferencia existe entre estar solo y sentirse solo?

Detengámonos a precisar las diferencias entre estar solo y sentirse solo ya que resulta clave para el bienestar con relación a nosotros mismos. La soledad se entiende como la ausencia de compañía en un momento determinado; mientras que sentirse solo hace referencia a un sentimiento subjetivo en la cual la persona experimenta ausencia de relaciones personales satisfactorias, aunque se encuentre rodeado de mucha gente. Sin embargo, existen personas que disfrutan la soledad y a la vez sentirse plenos, realizados, muy a gusto con ellos mismos. ¿Cómo entender esto?

Seguramente en alguna ocasión nos hemos sentido “solos” aún rodeado de mucha gente; esa soledad nos revela una falta de conexión con nosotros mismos respecto a los demás. La mayor parte de las veces, confundimos la soledad como estado y la soledad como emoción. “Estar solo” tal como el verbo lo sugiere, es el hecho de estar sin compañía; pero “sentirse solo” implica la sensación emocional de no estar conectado, relacionado o identificado con nadie. Precisamente la sensación de estar desconectado hace que lo sintamos así.

Por compromisos ineludibles, asistimos a eventos o lugares que nos exponen ante situaciones que nos causan incomodidad y la sensación de que no encajamos; para terminar haciendo lo “políticamente correcto” y no lo que realmente necesitamos. Lo que ocurre es que no conectamos con la gente donde estamos en ese momento. No tenemos que sentirnos culpables porque asi porque nos educaron; a cumplir lo que la gente espera de nosotros, a seguir una serie de patrones de conducta para poder “encajar”, que no se corresponde con lo que realmente necesitamos.

Por eso, para entender esta sensación y poder cambiar nuestra emocionalidad con respecto a ella, resulta imprescindible reconocerla e identificarla en nuestras acciones y decisiones. Te comparto unos tips para cuando te encuentres totalmente desubicado y en soledad:

  • Intenta interactuar con alguien que conecte contigo: Alguien que te haga sentir parte del evento; que te ayude a conectar.
  • Tú primero: Si te han acostumbrado a permanecer en situaciones en las que “hay que aguantar”; mejor evítalas. Colócate como prioridad.
  • Hazte consciente, prepárate y conecta primero contigo mismo: Hay eventos y reuniones inevitables; por eso antes de sentir incomodidad conecta antes con tu ser interno. Identifica la situación en la que tienes que estar y hazte consciente de que no es algo que quieras vivir pero es necesaria.

¿Preparados? Los leo

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¿Para qué un proyecto de vida?

“Las estrellas están encendidas para que cada quien pueda reconocer la suya”

El Principito

Los seres vivos desde que nacen, tienen necesidades que deben que ser satisfechas para garantizar su supervivencia; el ser humano no escapa de esta realidad. Desde los primeros días de vida, el bebé por sí solo no es capaz de hacerlo sin ayuda de la madre (o de la familia, según sea el caso); a medida que crece y hasta llegar a la adultez, buscará empleo, será capaz de trabajar, cultivar, realizar diversas ocupaciones u oficios que cubran las necesidades de vivienda, vestido, alimentación, para sí mismo o su prole.

En nosotros existen necesidades que emergen una vez satisfechas las necesidades básicas cuando por ejemplo establecemos vínculos afectivos con otras personas, ser parte de una comunidad, o formar una familia, valorarnos a nosotros mismos, reconocer a otros y que nos reconozcan. En este sentido, en la obra “Pirámide de las necesidades humanas”, Maslow señala que en un nivel más alto, tenemos necesidades de autorrealización y las del desarrollo de las necesidades internas; aquí encontramos el desarrollo espiritual, la búsqueda de un propósito o misión de vida, el altruismo, ayudar a los demás, entre otros.

Estas necesidades tienen que ver con objetivos abstractos, por lo que cada persona según su entorno, edad, sexo y experiencias de vida, tendrá necesidades de autorrealización diferentes y personalizadas (valga la redundancia); en consecuencia, luchar por los propios sueños es algo que todos nosotros debemos hacer independientemente de la edad que tengamos en un determinado momento.

Siempre hay cosas por hacer y descubrir, precisar aquellas actividades que nos dan satisfacción y nos hacen sentir bien es el primer paso para definir lo que le da sentido a nuestra vida; es decir, lo que nos hace sentirnos a gusto y realizados. Ir en busca de la propia felicidad es vital para sentirnos llenos en la vida.

Igual que en El Principito, todos buscamos algo que nos pertenece o anhelamos en la bóveda celeste, en donde volcamos nuestros deseos, proyectos y aspiraciones. Tú que me lees, ¿Identificaste tu estrella?

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Sueños y pesadillas

A lo largo de nuestra vida, los seres humanos alternamos estados de vigilia y sueño. Cuando dormimos no sólo descansa el cuerpo, el cerebro también lo hace lo que permite recuperarnos de la actividad física y mental realizada durante del día. Independientemente de la edad, una noche de sueño apacible, nos hará sentiremos mejor, más alertas, optimistas, y con energía para relacionarnos con las personas. Quienes duermen lo suficiente (y bien) se desenvuelven mejor y son menos propensos a presentar problemas de comportamiento e irritabilidad. Si dormimos bien, gozaremos de una buena salud en general.

Durante el sueño, el cuerpo continúa trabajando para mantener una función cerebral saludable y mantener la salud. Después del nacimiento, el sueño promueve el crecimiento y desarrollo en niños y adolescentes ya que algunas hormonas de crecimiento son secretadas y sintetizadas en esos períodos. No dormir lo suficiente puede aumentar los riesgos de salud crónicos. Para los adultos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda dormir seis horas como mínimo para mantener un equilibrio en el organismo y por lo tanto en el rendimiento.

Las pesadillas en cambio, ocurren durante períodos de transición, estrés o cambios de rutina del niño; por lo general ocurren tarde en la noche y se suelen recordar al día siguiente. Afortunadamente las pesadillas tienden a desaparecer espontáneamente.

Muchos niños entre dos a ocho años, le tienen miedo a la oscuridad. Los especialistas consideran que a esta edad, los miedos son evolutivos; es decir, se trata de miedos normales y adaptativos que forman parte del proceso de desarrollo del niño, cuya principal función es actuar como sistema de seguridad. En otras palabras, hacen que actúen con mayor prudencia ya que tienden a evaluar las situaciones como arriesgadas o peligrosas. Los miedos evolutivos son transitorios ya que aparecen y desaparecen de manera natural con el paso del tiempo.

Entre las estrategias más efectivas para tratar el miedo que presentan los niños a la hora de dormir, consiste en estimularlos para que hablen sobre lo acontecido durante la pesadilla; presentar imágenes agradables; hacer una cena ligera; fomentar buenos hábitos nocturnos, y evitar la exposición a la televisión, smartphones, tablets y computadoras antes de acostarse a dormir.

No obstante; si persisten a edades más avanzadas e interfieren o condicionan la vida del niño que pudiera convertirse en un problema, no dude en consultar con un psicólogo, especialista o profesional capacitado para ayudarle.

¿Recuerdas tus últimas pesadillas? ¡Te leo!

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El día y la noche en la cultura popular

El movimiento de rotación de La Tierra sobre su mismo eje da origen al día y la noche. La mayoría de las personas, se mantienen despiertas realizando diversas tareas y actividades durante el día; empleando la noche para dormir (y hasta salir a divertirse con amigos). Sin embargo; hay quienes debido a sus ocupaciones, mantienen un horario de vigilia y descanso distinto al resto de los mortales, lo cual pudiera traer consecuencias a la salud.

En el organismo, existen ritmos biológicos que regulan funciones biológicas; el más conocido es el ritmo ciscardiano del sueño, en el cual la transición entre sueño y vigilia se asocia a estímulos de luz. Cualquier cambio por pequeño que sea, puede alterar ese equilibrio.

Cuando comienza a oscurecer, en una persona con el ritmo cirscardiano normal comienza a aumentar la temperatura corporal pereférica, segregando la hormona melatonina producida en la glándula pineal. Es en ese momento que comenzamos a sentir somnoliencia porque nos preparamos para el sueño durante la noche. Al despuntar el alba cuando nos exponemos a la luz, caen los niveles de melatonina, hay mayor nivel de alerta, nos despertamos y comienza la vigilia.

Hoy vivimos en una sociedad que tiende a regirse por patrones y hábitos irregulares, con sobre exposición lumínica alta en horarios nocturnos por el abuso de ordenadores, LEDS, iPad, teléfonos móviles, y horarios laborales cambiantes, que derivan en enfermedades o trastornos derivados de la alteración del ritmo ciscardiano.

Cabe resaltar que mientras dorminos, nuestro cerebro se “deshace” de los productos de la actividad neuronal acumuladas durante la vigilia, como por ejemplo la proteina beta-amiloide responsable del Alzheimer y otros trastornos neurológicos; en consecuencia debemos procurar mantener un horario estricto de sueño y buenos hábitos de autocuidado. En diversos países, existen estudios donde confirman que los trastornos de sueño se relacionan con alteraciones inmunológicas como la Diabetes Mellitus, la obesidad, y con alteraciones psicológicas como la ansiedad o depresión.

En consecuencia e independientemente de la edad, debemos procurar mantener un buen sueño en cantidad y calidad, así como promover iniciativas que nos permitan conciliar el ritmo de vida que llevamos con nuestros ritmos biológicos sin desajustar nuestro reloj interno. ¡Todo un desafío!

¿Has tenido pesadillas? ¡Te leo!

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Ética y ejercicio profesional

Desde el más sencillo oficio hasta la más compleja y difícil profesión que realice una persona e independientemente del sexo de quien se trate; tenemos que esforzarnos en producir bienes o servicios de calidad para satisfacer a los usuarios que requieran de nuestros servicios. En otras palabras, ofrecer lo mejor e impecable posible; inclusive el ordenamiento jurídico presume la buena fe del consumidor, reconociéndole acciones y derechos, pero no siempre fue así.

Con respecto a quienes producen conocimiento, Universidades y Organismos colegiados de profesionales, la investigación implica la aplicación de principios éticos fundamentales a una variedad de temas que organizan y sistematizan la búsqueda científica. La investigación se construye sobre la base de la confianza; es así como los investigadores confían en informes e investigaciones desarrolladas por otros que le precedieron.

Resulta imprescindible (y hasta deseable) que los resultados de la investigación describan al mundo lo más exacto posible, de forma precisa y libre de prejuicios que influyan en la opinión o toma de decisiones de los usuarios, o les induzcan a error; por eso es recomendable la lectura de diferentes autores que exploren otros puntos de vista, e inclusive que hagan cuestionar nuestros valores y creencias.

La ética se refiere a los deberes, valores y objetivos de una profesión como la transparencia, rendición de cuentas, prestación de servicios de alta calidad y responsabilidad ante los usuarios. Muchas veces nos hacemos una idea de lo que ocurre a nuestro alrededor por lo que otros escriben; pero no hay que olvidar que cada persona tiene su propio punto de vista para interpretar lo que le rodea y no necesariamente coincide con el nuestro.

Viajar, conocer, saborear y ampliar experiencias, nos enriquece el espíritu.

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El edadismo: Cómo empobrece la salud física y mental de las personas

En el más reciente informe de las Naciones Unidas, se calcula que una de cada dos personas tiene actitudes edadistas que repercuten en la salud física y mental de las personas reduciendo su calidad de vida, lo que se considera como una sigilosa pero devastadora conducta social, que puede adoptar muchas formas como prejuicios, discriminación, polticas y prácticas institucionales que perpetúan las creencias estereotipadas.

Los confinamientos llevados a cabo durante la pandemia del Covid-19, visibilizaron estereotipos, prejuicios y actitudes discriminatorias basadas en la edad, reduciendo las oportunidades de recibir una adecuada atención que garanticen la salud, bienestar y dignidad de las personas en todas partes. El discurso público y las redes sociales estereotipó tanto a las personas mayores como a las más jóvenes; la edad se utilizó como único criterio de acceso a la atención médica, a las terapias y al ordenamiento de los confinamientos.

Hay edadismo cuando se utiliza la edad para categorizar y dividir a las personas, causando daños, inequidad, desventajas e injusticias. Sin embargo; no afecta a todos por igual. En los jóvenes se manifiesta en el empleo, salud, vivienda, inclusive hasta en el campo político donde sus voces suelen ignorarse o rechazarse. Las personas mayores por el contrario se ven desfavorecidas en el lugar de trabajo, acceso a educación y formación especializada.

El edadismo acarrea graves consecuencias para la salud y bienestar de las personas. En los adultos mayores se asocia con una peor salud física y mental, un mayor aislamiento social, menor calidad de vida, mayor inseguridad financiera, soledad, entre otras, por lo que no gozan de una adecuada calidad de vida. Señaló Michelle Bachelet, quien era la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que el edadismo está tan generalizado en las actitudes, políticas, leyes e instituciones que no nos damos cuenta de lo perjudicial que es para nuestra dignidad y derechos.

En este sentido, la planificación de políticas públicas, junto con el adecuado marco normativo regulatorio y las actividades educativas en el sistema formal/no formal, dirigidas a mejorar la empatía, así como a cuestionar y combatir ideas erróneas, contribuirán con la reducción de prejuicios y a reducir el edadismo.

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El trabajo y la responsabilidad

Existen personas que dedican su tiempo a hacer actividades que les apasionan y consiguen que les paguen por eso; ellos ponen empeño, amor e interés en lo que hacen y les causa una gran satisfacción porque les agrada lo que hacen y se sienten útiles al poder ayudar a otros con su esfuerzo y dedicación. Otras personas en cambio no se sienten a gusto ni con la actividad que realizan, ni con los compañeros de labores, o con el horario, o con el sitio de trabajo, o con el salario que devenga.

Por todos es sabido que un trabajador insatisfecho tendrá motivos sufcientes para no cumplir con las responsabilidades inherentes al cargo puesto que no se sienten satisfechos; inclusive si se encuentra en un país cuya legislación y tribunales sean pro-operario, buscará motivos para que le rescindan el contrato y obtener doble indemnización. Ahora bien, si necesitamos obtener fuentes de ingreso que nos garanticen pagar los servicios, el colegio, la manutención, y esparcimiento sostenible en el tiempo, ¿Qué podemos hacer? ¿Qué alternativas debemos explorar?

Muchos jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, se sienten más independientes económica y financieramente al producir bienes o servicios que satisfagan las necesidades de un sector o comunidad, o porque proveen los medios de sustento necesarios para los individuos. Estas personas son sus propios jefes, no trabajan para otros ni mantienen una relación de dependencia económica; comienzan con una idea de negocios que van poniendo a prueba en el mercado, evaluando el impacto, la respuesta de los consumidores o usuarios, la tasa de retorno y utilidades.

También podemos encontrar personas dependientes de un salario que se sienten tan identificadas con una empresa o con su desempeño en el cargo de alguna dependencia gubernamental, que no imaginan su vida fuera de estos espacios seguros, donde han visto crecer y desarrollar su carrera profesional, además de hacer grandes amigos.

En todo caso; hay que prepararse para las contingencias ya que ante escenarios de incertidumbre, lo acelerado y competitivo de las economías, la libre competencia (incluso la competencia desleal) y la irrupción de la robótica e inteligencia artificial, pueden causar la pérdida de empleos y fuentes de trabajo de cientos de miles de trabajadores. Desde ya hay que pensar en cómo la tecnología afecta la seguridad o predictibilidad de los ingresos, además de ir planificando actividades donde incorporemos paulatinamente estrategias tecnológicas que nos permitan irse adaptando a los cambios.

El salir de la zona de confort plantea un desafío.

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El trabajo esclavo o forzoso

Muchos jóvenes y adultos ocupan su tiempo realizando actividades que producen bienes o servicios en la economía, o bien porque satisfacen las necesidades de una comunidad, o porque proveen los medios de sustento necesarios para los individuos. En general se entiende como trabajo, a la actividad física o intelectual que realizan las personas para alcanzar un objetivo o satisfacer una necesidad.

El trabajo abarca una gran cantidad de tareas, desde la limpieza del hogar, los viajes espaciales, la construcción, producir una obra literaria o una pieza musical, entre otros. En los albores de la humanidad, el trabajo estuvo vinculado con otros aspectos de la sociedad entre los que cabe destacar la pertenencia o no a una clase social, para el acceso a ciertos privilegios y el ejercicio de algunos derechos.

Muy a nuestro pesar, en la actualidad, todavía subsiste el trabajo esclavo (o trabajo forzoso) aún cuando se encuentra prohibido en las legislaciones modernas, las personas son obligadas a trabajar gratuitamente bajo amenazas, con el riesgo permanente de que atenten contra su integridad física o mental. Generalmente las personas sometidas a trabajo esclavo no reciben dinero ni paga alguna por su labor; en algunos casos reciben una paga mínima que apenas les alcanza para subsistir.

En los sectores donde continúan empleando mano de obra esclava, se encuentran la agricultura, la industria manufacturera, la hotelería y el servicio doméstico. El grupo de mayor incidencia de trabajo esclavo es el de los migrantes, quienes se hallan en situación de minusvalía y vulnerabilidad, ya que suelen permanecer de manera ilegal en el país receptor y no pueden denunciar ante las autoridades las condiciones inhumanas a las que han sido sometidos.

Muy a nuestro pesar, persisten grupos delictivos que se dedican a la trata de personas (especialmente mujeres, jóvenes, hasta niños y niñas) quienes sufren por no poder vivir en libertad y por la imposibilidad de volver a sus hogares. En la mayoría de los casos, las víctimas son captadas a través de organizaciones criminales bajo la fachada de falsas campañas de publicidad y/o modelaje. La invitación es a cerciorarse de la solvencia e idoneidad de estas agencias; consultar antecedentes policiales de los promotores; asesórese con profesionales del área; evitar ir solo a las sesiones de fotos; y dude de las ofertas engañosas.

Quienes descubren su propósito o misión de vida, dedican su tiempo a realizar actividades que les gustan, y adicionalmente consiguen que les paguen por eso. ¿Conoces el tuyo?

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¿Acumuladores o compradores de objetos innecesarios?

En la actualidad e independientemente de nuestras ocupaciones, el estilo y ritmo de vida que llevamos, nos induce a acumular cientos de objetos que ocupan espacio sin darle utilidad por muchos años. Resulta frecuente encontrar personas que les cuesta deshacerse de objetos que para otros no tienen valor o son muy poco importantes; y aunque parezcan sinónimos, se trata de cierto tipo de trastornos muy diferentes.

El comprador compulsivo no sólo gasta sin mesura; sino que se muestra arrepentido de sus acciones al poner en riesgo sus finanzas personales, pero que sigue comprando. Este tipo de personas realizan adquisiciones que no son imprescindibles, en otras palabras, no buscan satisfacer una necesidad como el hambre o el vestido; sino que su voluntad cede ante el irresistible impulso que le proporciona la efímera satisfacción por poseer algo nuevo.

Para los psicólogos los compradores compulsivos son personas con una adicción que pudiesen estar ocultando una carencia afectiva, o una sensación de vacío en la propia existencia, o problemas más profundos. También habrá quienes se sientan abatidos, o atraviesen una dificultad, o se sientan solos y busquen compensar su soledad o un mal día comprando objetos. Cuando compramos, se activa en nuestro cerebro el circuito neuronal de recompensas que nos proporciona dopamina (el químico que nos da placer) y que remos premiarnos con objetos que eventualmente se irán acumulando en la casa.

No ocurre lo mismo con la adicción al alcohol, drogas o tabaco, ya que la compra compulsiva no es criticada sino tolerada por la sociedad, debido a que este tipo de comprador no se considera una persona enferma o peligrosa. Por todos es sabido que las grandes empresas y medios publicitarios, alientan a las personas a comprar más allá de sus necesidades reales, es decir, al consumismo.

El acumulador compulsivo se refiere a la persona que tiene una gran dificultad para deshacerse de objetos destruidos por el uso o por el paso del tiempo, lo que genera un inmenso desorden al no poder disponer de movilidad ni espacio para desenvolverse con libertad; desde papeles de diarios, revistas, zapatos rotos, cables, contenedores de comida, que luego se transforman en objetos preciados por el acumulador.

Acumular objetos puede ser una señal de ansiedad relacionada con el apego innecesario por cosas que a simple vista no significan nada, pero al que nosotros le damos un valor sentimental porque quizás nos lleva a lugares en nuestra mente donde al recibir ese objeto éramos felices.

El primer paso para superar la situación, comienza por reconocer que tenemos un problema. Nadie puede ayudar a quien no quiere ser ayudado.

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Workaholic: ¿Adicto al trabajo?

Es normal aspirar ser exitosos en el campo laboral, a sentirnos satisfechos con lo que hacemos, y que nuestra carrera avance; pero también existen seres que se involucran de manera compulsiva con el trabajo, casi de manera enfermiza, lo cual puede llevar a estas personas a tener dificultades en otros aspectos de su vida, como en la salud y relaciones interpersonales.

No hay que confundir a los que están enfocados y comprometidos con el trabajo con aquellos adictos extremos cuyas conductas o comportamientos no pueden dejar de hacer, a pesar de las consecuencias que les trae en su vida personal. Así surge el término workaholic para describir a la persona adicta al trabajo de manera obsesiva; más allá de dedicarle muchísimas horas diarias/semanales, mantiene una preocupación mental enfermiza con la faena.

Quien lo padece mantiene una gran preocupación u obsesión relacionada con el trabajo, que se traduce en una alta inversión de tiempo y esfuerzo en las actividades laborales, descuidando la salud e inclusive abandonando otras áreas de la vida personal y familiar. El workaholic piensa en el trabajo aún cuando no se encuentra trabajando, y en sus horas libres puede experimentar ansiedad o sentir que lo invade un sentimiento de frustración por no dedicarse a su actividad profesional.

Por todos es sabido que la adicción a las drogas, al juego o alcohol tienen connotación negativa desde el punto de vista social; pero esto no ocurre con la adicción al trabajo ya que inclusive puede estar bien vista; inclusive algunas empresas fomentan este tipo de conductas al propiciar en el propio adicto la imagen de alguien muy responsable y todo un ejemplo de buen trabajador.

Los especialistas en la conducta humana consideran que tal conducta puede tener diversas causas; bien sea la necesidad de ser reconocido permanentemente, por la convicción de disfrutar un mayor prestigio social o alcanzar mayor autoestima, o esconder una realidad interna angustiosa.

Si cientes cansancio extremo, dificultad para dormir o concentrarte, si observas que tus movimientos se tornan bruscos o torpes, que no dedicas tiempo para tu salud, o que no disfrutas de la compañía familiar ni del descanso, consulta con un profesional que pueda ayudarte.

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