El edadismo: Cómo empobrece la salud física y mental de las personas

En el más reciente informe de las Naciones Unidas, se calcula que una de cada dos personas tiene actitudes edadistas que repercuten en la salud física y mental de las personas reduciendo su calidad de vida, lo que se considera como una sigilosa pero devastadora conducta social, que puede adoptar muchas formas como prejuicios, discriminación, polticas y prácticas institucionales que perpetúan las creencias estereotipadas.

Los confinamientos llevados a cabo durante la pandemia del Covid-19, visibilizaron estereotipos, prejuicios y actitudes discriminatorias basadas en la edad, reduciendo las oportunidades de recibir una adecuada atención que garanticen la salud, bienestar y dignidad de las personas en todas partes. El discurso público y las redes sociales estereotipó tanto a las personas mayores como a las más jóvenes; la edad se utilizó como único criterio de acceso a la atención médica, a las terapias y al ordenamiento de los confinamientos.

Hay edadismo cuando se utiliza la edad para categorizar y dividir a las personas, causando daños, inequidad, desventajas e injusticias. Sin embargo; no afecta a todos por igual. En los jóvenes se manifiesta en el empleo, salud, vivienda, inclusive hasta en el campo político donde sus voces suelen ignorarse o rechazarse. Las personas mayores por el contrario se ven desfavorecidas en el lugar de trabajo, acceso a educación y formación especializada.

El edadismo acarrea graves consecuencias para la salud y bienestar de las personas. En los adultos mayores se asocia con una peor salud física y mental, un mayor aislamiento social, menor calidad de vida, mayor inseguridad financiera, soledad, entre otras, por lo que no gozan de una adecuada calidad de vida. Señaló Michelle Bachelet, quien era la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que el edadismo está tan generalizado en las actitudes, políticas, leyes e instituciones que no nos damos cuenta de lo perjudicial que es para nuestra dignidad y derechos.

En este sentido, la planificación de políticas públicas, junto con el adecuado marco normativo regulatorio y las actividades educativas en el sistema formal/no formal, dirigidas a mejorar la empatía, así como a cuestionar y combatir ideas erróneas, contribuirán con la reducción de prejuicios y a reducir el edadismo.

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