¿Eres un procrastinador?

Imaginemos que tienes que ponerte a estudiar o realizar un informe que te han pedido. En ese momento te asalta un pensamiento que te dice “tengo sed, primero beberé agua”; seguidamente escuchas un ruido que viene de la calle y te asomas a la ventana; observas a los vecinos y a los niños jugar. Te apetece preparar un bocadillo, regresas a la cocina. Finalmente te sientas a trabajar y te percatas que dejaste los apuntes en el instituto; vuelves a la ventana y decides salir a dar una vuelta. Pasan dos horas, y el tiempo que tenías para realizar esa tarea se ha agotado. Comienzas a preocuparte por el tiempo perdido, entra en juego el complejo de culpa, te estresas, lo que te hace menos productivo y eficiente. La historia se repite a diario. Sin proponértelo, has incurrido en la procrastinación.

La RAE la define como el acto de diferir o aplazar algo; en otras palabras, no es más que la acción o el hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse , sustituyéndolas por otras situaciones menos estresantes y agradables. De lo anterior podemos deducir, que las tareas más susceptibles de ser postergadas son aquellas que no nos divierten, o cuya ejecución no sea obligatoria en el mismo momento. La procrastinación se convierte en uno de los ladrones de tiempo útil con el que tenemos que lidiar en la cotidianidad.

Cuando procrastinamos, posponemos las cosas para un futuro indeterminado, en el cual creemos que tenemos suficiente tiempo para realizar los asuntos pendientes. Todos en algún momento de nuestra vida, hemos dejado para después la entrega de formularios o papeleos, o la entrega de un trabajo para última hora, o sencillamente tomar una decisión hasta no tener más alternativas.

Procrastinamos por diversos motivos; estrés, miedo al fracaso, ansiedad, impaciencia, perfeccionismo, o por estar saturados de responsabilidades. Lo importante en este caso es reflexionar hasta qué punto jerarquizamos nuestros deberes de la manera adecuada sin descuidar lo importante por lo urgente.

Lo bueno es que a pesar de todas las “razones” o excusas que tenemos para postergar, podemos vencer la procrastinación incorporando en nuestra rutina pequeñas acciones sencillas y prácticas que se desarrollarán en el siguiente post. Y tú, ¿Qué cosas dejas para después y por qué?

You may also like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

− 6 = 4