Vivimos en la era digital; las comunicaciones, actividades escolares, trabajo a distancia, marketing, publicidad, esparcimiento, entre otros; han traspasado las barreras físicas para entrar a pasos agitantados a un mundo intangible, pero a la vez medible, verificable y cuantificable. De alguna forma, todos los seres humanos interactuamos y compartimos contenidos e información con otros bien sea a través de ordenadores, tablets o teléfonos salvando grandes distancias. Independientemente del país que se trate, si algo tienen en común es que el ordenamiento jurídico exija la identificación de la persona, resguardando siempre la confidencialidad de los datos personales.
Así tenemos que para asegurar que realmente eres quien dices ser, al momento de abrir una cuenta en las redes sociales, proporcionas tus datos personales, creas un usuario y clave que no debes compartir con otras personas. A partir de ese momento asumes un conjunto de deberes y obligaciones; en consecuencia, eres responsable de lo que compartes y publicas. Todo lo que atente contra el honor y la reputación, promueva campañas de odio y discriminación, desinformación, o incurra en delitos, es sancionado y quien incurra en estas prácticas podrá ser objeto de procesos civiles y penales dependiendo de la legislación aplicable en cada país.
Ahora bien, ¿Qué pasa si eres una persona destacada en el medio porque tus trabajos son de excelente calidad y te esmeras en lo que haces? Sencillamente serás una persona exitosa y reconocida; tu reputación crecerá porque cada día más y más personas te recomendarán.
La suplantación de identidad consiste en hacerse pasar por otra persona en internet, bien sea para fastidiar a la persona suplantada, ocasionarle algún daño, o cometer fraudes en nombre de otras personas. Las redes sociales se convierten en el lugar más frecuente donde se producen estas suplantaciones ya que obtener información personal de un usuario resulta relativamente fácil, y crearse un perfil para hacerse pasar por él, también. Esto no sólo le pasa a los artistas o deportistas famosos; nosotros o nuestros hijos, podemos convertirnos en víctimas.
Hay dos formas de suplantar identidad, bien sea accediendo a la cuenta del usuario, o creando un perfil falso con la información personal de la persona suplantada; en este último caso el ciberdelincuente recopila información de las redes sociales y crea el perfil. Hay que tener presente que puede revisar tus contactos y ofrecer los mismos servicios que prestas con descuento a tu nombre, o solicitar dinero. Imagínense que un día lleguen reclamos por incumplimiento de obligaciones no contraídas por tí.
Aún cuando existen personas honestas que usan las redes sociales como portafolio de trabajo; la invitación es a restringir o limitar la información que pueden ver tus contactos o público en general. En caso de que hayas sido víctima, advierte públicamente la situación, e implementa una verificación personal de dos pasos.