Tecnologías disruptivas y adulto mayor

En los últimos decenios, tanto los países de Europa, Asia y América Latina, han entrado en el proceso de envejecimiento sostenido de la población. Los descensos de la tasa de fecundidad junto con las mejoras de esperanza de vida, han modificado la estructura etárea de la población visibilizando un considerable aumento en la proporción de las personas mayores. Las Naciones Unidas estiman que para el 2050, las personas mayores representarán aproximadamente una cuarta parte del total de la población latinoamericana.

En ese sentido; la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las personas mayores (OEA, 2015), define a la población adulta mayor a las personas de 60 años o más. A pesar de que el proceso de envejecimiento no ha tenido la misma intensidad, la tendencia pronto incidirá en todos los sectores, especialmente en salud.

El aumento de la población adulta mayor se traducirá en incrementos proporcionales en las demandas sociales, económicas, políticas y culturales de este grupo etáreo; en consecuencia los Estados no sólo deben diseñar políticas públicas que garanticen su inclusión, sino que debe garantizar el presupuesto que asegure la protección y promoción de sus derechos.

Con la irrupción de las tecnologías en la vida diaria, resulta necesario garantizar una mayor autonomia funcional e integración social de los adultos mayores, se han puesto en marcha algunas iniciativas de inclusión digital para las personas de edad a fin de capacitarlas en el uso y la apropiación de las tecnologías de la información y comunicación (TIC’s) en sus actividades cotidianas. Con los cambios introducidos en la sociedad digital, se ha transformado la forma en que las personas interactúan entre sí y con sus gobiernos. Cada vez más las citas para obtener documentos, o para realizar trámites ante las autoridades, se realizan en línea.

En la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) se ha buscado el compromiso común para construir la sociedad de la información centrada en las personas, inclusiva y orientada al desarrollo, en la que todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir información (CMSI, 2016). Por esa razón los adultos mayores no pueden quedar al margen.


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