Migración y discriminación III

A ninguna persona le agrada ser objeto de burla, ofensas o ataques con motivo de su origen, raza, nacionalidad, condición social o creencias religiosas; por eso es muy importante propiciar la tolerancia entre personas especialmente la empatía (ponernos en el lugar del otro). Imaginen soportar ofensas en un país distinto al lugar de origen por no perder el empleo o años de esfuerzo por tratar de alcanzar una mejor calidad de vida de manera honesta. En ningún caso la tolerancia a la que me refiero tiene que ver con la comisión de delitos o alteración del orden público.

La migración internacional es definida como “la circulación de personas a través de las fronteras para residir de manera permanente o temporal en un país distinto al de nacimiento o ciudadanía” (1)

La migración internacional tiene un origen multicausal que incluye factores económicos, políticos y sociales. Los migrantes dejan sus países de origen debido a situaciones de conflicto, desplazamientos forzosos, violaciones de derechos humanos, u otras razones que amenazan su vida, integridad física o su seguridad. Muchos de ellos se ven obligados a buscar empleo en otro país debido a la falta de trabajo en condiciones decentes que garanticen una vida digna. También emigran para reunirse con miembros de la familia ya establecidos en el extranjero.

Hasta los momentos, no existe un sistema global que regule la movilidad humana. Si bien es cierto que el derecho internacional reconoce el derecho de todo el mundo de salir de cualquier país (incluso el propio) y a regresar al propio país, resulta oportuno recordar que los Estados tienen la facultad de decidir los criterios de admisión y expulsión de los no nacionales, incluso de aquellos que se encuentran en situación irregular. Sin embargo esta prerrogativa está sujeta a las obligaciones contraídas en materia de derechos humanos y a cualquier acuerdo o convenio que puedan haber suscrito para limitar su soberanía en este ámbito.

Pareciera que el fenómeno conocido como globalización entendida como la libre circulación de personas, bienes y capital, está desacelerándose; en consecuencia los Estados tratarán de proteger sus economías fortaleciendo su propio aparato productivo limitando la oferta de empleos y acceso a la seguridad social, afectando la mano de obra barata de los migrantes. Esta situación resulta todo un desafío presente y futuro.

(1) Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACDH). “Migración, derechos, humanos y gobernanza”. Manual para Parlamentarios N° 24

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