Si la falta de respeto entorpece la comunicación y ocasiona entornos poco saludables para todas las personas, ¿Qué medidas podemos adoptar para evitarlo? ¿Cómo generar espacios de convivencia familiar, escolar, laboral o social sanos y seguros?
La palabra “respeto” proviene del latín respectus, que significa atención o consideración, originalmente atribuido a “mirar de nuevo”; es decir, algo que merezca una segunda mirada es digno de respeto. De allí que sea considerado como una pieza fundamental para alcanzar una armoniosa interacción social.
Una de las premisas más importantes acerca del respeto, es que para ser respetado es necesario saber o aprender a respetar, a comprender al otro, a valorar sus intereses o necesidades, a tratar a los demás como te gustaría ser tratado. El respeto debe ser mutuo y nacer de un sentimiento de reciprocidad.
El respeto (tanto para los demás como para nosotros mismos) es vital para la comunicación efectiva, las relaciones sanas en la familia, la escuela, el trabajo, con nuestra pareja, y para alcanzar metas personales y profesionales. Respetar, pensar y actuar positivamente sobre los demás y con nosotros mismos (auto respeto), significa preocuparse por el impacto de nuestras acciones en los demás.
El respeto se aprende, lo cual no significa estar de acuerdo en todos los ámbitos con otra persona (aunque me perjudique); sino reconocer los aspectos en los que coincidimos o no, en los que estamos de acuerdo así como en los que discrepamos. También es aceptar que existe una variedad de personas que piensan diferente, no comparten los mismos gustos e intereses, o han decidido diferenciarse.
El respeto a la diversidad de ideas, opiniones, culturas y costumbres, entre otras, constituye un valor supremo en las sociedades modernas que aspiran a ser justas y a garantizar una sana convivencia. No se trata de discriminar ni ofender a determinadas personas por su forma de vida y sus decisiones, siempre y cuando sus actuaciones no causen ningún daño a terceros, ni afecten o irrespeten a los demás.
La mejor manera de enseñar a niños y niñas el respeto, es con nuestro ejemplo. Es actuar con respeto hacia su persona y hacia los demás. La escucha activa y la empatía son fundamentales para fomentar y expresar el respeto.