¿Hacemos buen uso del tiempo o lo malgastamos?

“El tiempo es el lujo por excelencia” Nick Rice

La tecnología se encuentra presente en todas nuestras actividades; en el hogar ha sido incorporada en múltiples artefactos que simplifican las tareas más tediosas y complejas en un tiempo mucho menor. Podemos calentar e inclusive preparar alimentos en el microondas; activar alarmas y portones eléctricos programando el teléfono móvil, hasta limpiar el polvo con aspiradoras silenciosas. En el campo de la medicina, comunicación, agricultura y ganadería por citar algunos casos, su uso ha repercutido en descubrimientos impensables hasta hace 40 años.

Ahora es posible que una persona pueda ejecutar varias actividades invirtiendo menos tiempo; la pregunta obligatoria sería, ¿Efectivamente gozo de más tiempo libre? Si contestaste afirmativamente esta pregunta, la siguiente resulta una consecuencia obligatoria, ¿Cómo inviertes el tiempo que ganas?

Eso depende de cómo se utilice; podemos invertir ese tiempo en trabajar en algo que nos guste, apoyando labores altruistas, o en alguna actividad que no sea de nuestro agrado; de esta forma sin darnos cuenta, el tiempo se consume entre actividades. A diferencia de los niños, el tiempo para ellos no transcurre a la misma velocidad de los adultos; ellos se mantienen enfocados en el presente observando y detallando todo lo que ocurre a su alrededor. Se maravillan con lo que descubren, con las estrellas, la luz de la luna, el vuelo de las aves, o la vida de un hormiguero.

Los adultos por el contrario, dejamos de sorprendernos cuando abrimos los ojos cada mañana, o por el aroma del café, poder caminar con nuestros propios pies, y recordar los rostros y los nombres de nuestros seres queridos. Pasamos mucho tiempo abstraídos con pensamientos que se atropellan, sumergidos en un diálogo interno, para luego lamentarnos del tiempo que dejamos de compartir con nuestros afectos, por no haber culminado los estudios, o por haber invertido el tiempo en personas que no valoraron nuestra presencia, o en asuntos ajenos a nuestro bienestar.

Aunque el día tenga 24 horas, el tiempo no representa lo mismo para quienes se encuentran privados de libertad, o tengan una enfermedad terminal, o tengan 90 años. Invierte tu tiempo en lo que te llene de satisfacción y te haga feliz.

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El ciclo vital del ser humano

A lo largo del desarrollo humano (aún antes de nacer) se producen una serie de cambios biológicos, físicos, emocionales, psicológicos y sociales que atraviesan las personas a lo largo de su trayectoria vital. Cada una de estas fases de desarrollo traen consigo una serie de cambios que son indispensables para la evolución del individuo, de allí que sea importante conocer las características de cada uno. El ciclo de vida de una persona implica siete etapas:

  • Fase prenatal o embarazo,
  • Infancia,
  • Niñez,
  • Adolescencia o pubertad,
  • Juventud,
  • Adultez, y
  • Ancianidad o vejez.

A su vez, cada etapa se ve fuertemente influenciada por el entorno social, costumbres creencias, historia, hábitos alimenticios, o folklore, las cuales se diferencian entre una sociedad a otra; eso explica porqué un niño de siete años en Etiopía sea tan distinto a otro de Marruecos aún viviendo en África. Igual sucede entre las adolescentes o adultos españoles, rusos, suecos, norteamericanos o venezolanos.

Gracias al descubrimiento de la penicilina, antibióticos e inmunizaciones, el ser humano ha logrado prolongar unos cuantos años más de vida. Llegar a la ancianidad o vejez, no significa necesariamente padecer enfermedades o dejar de soñar, hacer planes o comenzar proyectos; al contrario, podemos disfrutar de una mejor calidad de vida en los venideros años dorados.

Para eso debemos prepararnos desde jóvenes con la práctica de buenos hábitos saludables, así como prever y desarrollar estrategias económicas que nos permitan asegurar los suficientes ingresos para auto abastacernos. Es indispensable proyectarnos hacia el futuro y preguntarnos: ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué puedo hacer con lo que tengo? ¿En qué soy bueno? ¿Cómo puedo apalancarme en mis fortalezas? ¿Cómo puedo incrementar mis ingresos?

En tiempos de incertidumbre financiera, diversifiquemos los ingresos que aseguren satisfacer nuestros gustos y necesidades, evitando convertirnos en una pesada carga para nuestros hijos, quienes seguramente tendrán sus propias obligaciones.

Hay que tener presente que los mayores tesoros de la vejez son la autonomía e independencia. 

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Vínculos

¡Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos!

¿Conoces el significado de vínculo? Cuando hablamos de vínculo (del latín vincŭlum), nos referimos a la unión, relación o atadura de una persona o cosa con otra. Por lo tanto, dos personas u objetos vinculados están unidos, encadenados, emparentados o atados, ya sea de forma física o simbólica; por ejemplo desde que renuncié a la empresa no tengo vínculos con ninguna de esas personas; tengo el título de propiedad del vehículo; desde que legalizamos nuestra unión mantenemos sólidos vínculos con nuestras familias.

Como se puede apreciar, el término vínculo tiene diversos significados; aquí sólo abordaremos los vínculos interpersonales. Un vínculo es el lazo que nos une con una o varias personas de forma temporal o permanente; este puede ser consanguíneo, afectivo, laboral, comunitario, escolar o profesional. Los vínculos consanguíneos se forman entre los ascendientes, descendientes y colaterales de la misma familia porque comparten lazos de sangre comunes entre sus miembros, padres, hijos, abuelos, tíos, sobrinos, primos, entre otros. Esta relación entre sus miembros es permanente; no cambia con el tiempo ni la distancia.

En cambio los lazos afectivos suelen ser la mayor parte de las veces de carácter temporal, ya que surgen entre las personas que comparten un interés común, y que pueden extinguirse una vez satisfecha la condición o necesidad que los mantenía unidos; como por ejemplo, los que se originan entre los compañeros de trabajo, escuela, comunidad, clubes deportivos, o por compartir proyectos, hobbies, esparcimiento, etc. Gracias a las redes sociales, antiguos compañeros de escuela o de faena han vuelto a reunirse; mientras que otros mantienen el contacto por internet salvando las distancias.

Lo importante a resaltar aqui es que los vínculos tanto consanguíneos como afectivos se fortalecen con el amor, el respeto, la solidaridad, la responsabilidad, y la colaboración entre sus miembros. Esto es lo que los hace especiales; por eso antes que discutir y pelear debilitando los lazos que nos unen, aprendamos a comunicarnos respetuosamente expresando nuestros sentimientos, desacuerdos e intereses.

Te invito a quedarnos con lo mejor de todos, y dejar ir a quien no quiere permanecer a nuestro lado.

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Valora las riquezas que tienes

Pareciera que le damos mayor valor a la ausencia que a la presencia de las personas; cuando ya no la tenemos a nuestro lado comenzamos a entender lo importante que era su presencia en nuestra vida, ya se trate de los padres, hijos, amigos, vecinos, o compañeros de clase. A lo largo de nuestra vida, vamos tejiendo relaciones en el seno familiar, que luego se irán ampliando a medida que interactuemos en la escuela, comunidad, conciertos, juegos, deportes, o en espacios destinados al entretenimiento.

Algunas de estas personas dejan de acompañarnos por distintos motivos: cambian de residencia, culminan estudios, emigran, forman otro hogar, o porque fallecen. Valorar va más allá de apreciar; es hacerte conciente de la presencia de esa persona en mi cotiadianidad y lo importante que es mientras la tengo a mi lado.

Vivimos en un mundo donde estamos ocupados y sobreestimulados, saturados por el mar de información que consumimos por las redes sociales que atrapa toda nuestra atención; por eso no nos detenemos en los detalles ni en las pequeñas cosas que nos rodean. No es de extrañar que las personas que apreciamos las dejemos en un segundo plano.

Los vínculos se hacen más fuertes cuando los alimentamos con amor sincero, reciprocidad y el reconocimiento; en consecuencia, si en las relaciones con los demás dejamos de cultivar tales aspectos, corremos el riesgo de tropezarnos con grandes pérdidas afectivas.

Así pues, si deseamos prevenir estas situaciones, lo más conveniente es cuidar los detalles que se encuentran a nuestro alcance; en principio se trata de aquietar el tropel de pensamientos que llegan a la cabeza como si se tratara de una competencia, y permitirnos disfrutar el presente. Si queremos a alguien, ¿Por qué no demostrarle lo que sentimos antes de que se vaya de nuestro lado? ¿Por qué mejor no disfrutamos el momento presente haciéndonos conscientes de la compañía de nuestros seres queridos?

La tarea individual consiste en reconocer nuestras luces y sombras, virtudes y defectos para trabajar en ello y ser cada día mejores personas.

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¿Qué diferencia existe entre estar solo y sentirse solo?

Detengámonos a precisar las diferencias entre estar solo y sentirse solo ya que resulta clave para el bienestar con relación a nosotros mismos. La soledad se entiende como la ausencia de compañía en un momento determinado; mientras que sentirse solo hace referencia a un sentimiento subjetivo en la cual la persona experimenta ausencia de relaciones personales satisfactorias, aunque se encuentre rodeado de mucha gente. Sin embargo, existen personas que disfrutan la soledad y a la vez sentirse plenos, realizados, muy a gusto con ellos mismos. ¿Cómo entender esto?

Seguramente en alguna ocasión nos hemos sentido “solos” aún rodeado de mucha gente; esa soledad nos revela una falta de conexión con nosotros mismos respecto a los demás. La mayor parte de las veces, confundimos la soledad como estado y la soledad como emoción. “Estar solo” tal como el verbo lo sugiere, es el hecho de estar sin compañía; pero “sentirse solo” implica la sensación emocional de no estar conectado, relacionado o identificado con nadie. Precisamente la sensación de estar desconectado hace que lo sintamos así.

Por compromisos ineludibles, asistimos a eventos o lugares que nos exponen ante situaciones que nos causan incomodidad y la sensación de que no encajamos; para terminar haciendo lo “políticamente correcto” y no lo que realmente necesitamos. Lo que ocurre es que no conectamos con la gente donde estamos en ese momento. No tenemos que sentirnos culpables porque asi porque nos educaron; a cumplir lo que la gente espera de nosotros, a seguir una serie de patrones de conducta para poder “encajar”, que no se corresponde con lo que realmente necesitamos.

Por eso, para entender esta sensación y poder cambiar nuestra emocionalidad con respecto a ella, resulta imprescindible reconocerla e identificarla en nuestras acciones y decisiones. Te comparto unos tips para cuando te encuentres totalmente desubicado y en soledad:

  • Intenta interactuar con alguien que conecte contigo: Alguien que te haga sentir parte del evento; que te ayude a conectar.
  • Tú primero: Si te han acostumbrado a permanecer en situaciones en las que “hay que aguantar”; mejor evítalas. Colócate como prioridad.
  • Hazte consciente, prepárate y conecta primero contigo mismo: Hay eventos y reuniones inevitables; por eso antes de sentir incomodidad conecta antes con tu ser interno. Identifica la situación en la que tienes que estar y hazte consciente de que no es algo que quieras vivir pero es necesaria.

¿Preparados? Los leo

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¿Para qué un proyecto de vida?

“Las estrellas están encendidas para que cada quien pueda reconocer la suya”

El Principito

Los seres vivos desde que nacen, tienen necesidades que deben que ser satisfechas para garantizar su supervivencia; el ser humano no escapa de esta realidad. Desde los primeros días de vida, el bebé por sí solo no es capaz de hacerlo sin ayuda de la madre (o de la familia, según sea el caso); a medida que crece y hasta llegar a la adultez, buscará empleo, será capaz de trabajar, cultivar, realizar diversas ocupaciones u oficios que cubran las necesidades de vivienda, vestido, alimentación, para sí mismo o su prole.

En nosotros existen necesidades que emergen una vez satisfechas las necesidades básicas cuando por ejemplo establecemos vínculos afectivos con otras personas, ser parte de una comunidad, o formar una familia, valorarnos a nosotros mismos, reconocer a otros y que nos reconozcan. En este sentido, en la obra “Pirámide de las necesidades humanas”, Maslow señala que en un nivel más alto, tenemos necesidades de autorrealización y las del desarrollo de las necesidades internas; aquí encontramos el desarrollo espiritual, la búsqueda de un propósito o misión de vida, el altruismo, ayudar a los demás, entre otros.

Estas necesidades tienen que ver con objetivos abstractos, por lo que cada persona según su entorno, edad, sexo y experiencias de vida, tendrá necesidades de autorrealización diferentes y personalizadas (valga la redundancia); en consecuencia, luchar por los propios sueños es algo que todos nosotros debemos hacer independientemente de la edad que tengamos en un determinado momento.

Siempre hay cosas por hacer y descubrir, precisar aquellas actividades que nos dan satisfacción y nos hacen sentir bien es el primer paso para definir lo que le da sentido a nuestra vida; es decir, lo que nos hace sentirnos a gusto y realizados. Ir en busca de la propia felicidad es vital para sentirnos llenos en la vida.

Igual que en El Principito, todos buscamos algo que nos pertenece o anhelamos en la bóveda celeste, en donde volcamos nuestros deseos, proyectos y aspiraciones. Tú que me lees, ¿Identificaste tu estrella?

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Sueños y pesadillas

A lo largo de nuestra vida, los seres humanos alternamos estados de vigilia y sueño. Cuando dormimos no sólo descansa el cuerpo, el cerebro también lo hace lo que permite recuperarnos de la actividad física y mental realizada durante del día. Independientemente de la edad, una noche de sueño apacible, nos hará sentiremos mejor, más alertas, optimistas, y con energía para relacionarnos con las personas. Quienes duermen lo suficiente (y bien) se desenvuelven mejor y son menos propensos a presentar problemas de comportamiento e irritabilidad. Si dormimos bien, gozaremos de una buena salud en general.

Durante el sueño, el cuerpo continúa trabajando para mantener una función cerebral saludable y mantener la salud. Después del nacimiento, el sueño promueve el crecimiento y desarrollo en niños y adolescentes ya que algunas hormonas de crecimiento son secretadas y sintetizadas en esos períodos. No dormir lo suficiente puede aumentar los riesgos de salud crónicos. Para los adultos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda dormir seis horas como mínimo para mantener un equilibrio en el organismo y por lo tanto en el rendimiento.

Las pesadillas en cambio, ocurren durante períodos de transición, estrés o cambios de rutina del niño; por lo general ocurren tarde en la noche y se suelen recordar al día siguiente. Afortunadamente las pesadillas tienden a desaparecer espontáneamente.

Muchos niños entre dos a ocho años, le tienen miedo a la oscuridad. Los especialistas consideran que a esta edad, los miedos son evolutivos; es decir, se trata de miedos normales y adaptativos que forman parte del proceso de desarrollo del niño, cuya principal función es actuar como sistema de seguridad. En otras palabras, hacen que actúen con mayor prudencia ya que tienden a evaluar las situaciones como arriesgadas o peligrosas. Los miedos evolutivos son transitorios ya que aparecen y desaparecen de manera natural con el paso del tiempo.

Entre las estrategias más efectivas para tratar el miedo que presentan los niños a la hora de dormir, consiste en estimularlos para que hablen sobre lo acontecido durante la pesadilla; presentar imágenes agradables; hacer una cena ligera; fomentar buenos hábitos nocturnos, y evitar la exposición a la televisión, smartphones, tablets y computadoras antes de acostarse a dormir.

No obstante; si persisten a edades más avanzadas e interfieren o condicionan la vida del niño que pudiera convertirse en un problema, no dude en consultar con un psicólogo, especialista o profesional capacitado para ayudarle.

¿Recuerdas tus últimas pesadillas? ¡Te leo!

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El día y la noche en la cultura popular

El movimiento de rotación de La Tierra sobre su mismo eje da origen al día y la noche. La mayoría de las personas, se mantienen despiertas realizando diversas tareas y actividades durante el día; empleando la noche para dormir (y hasta salir a divertirse con amigos). Sin embargo; hay quienes debido a sus ocupaciones, mantienen un horario de vigilia y descanso distinto al resto de los mortales, lo cual pudiera traer consecuencias a la salud.

En el organismo, existen ritmos biológicos que regulan funciones biológicas; el más conocido es el ritmo ciscardiano del sueño, en el cual la transición entre sueño y vigilia se asocia a estímulos de luz. Cualquier cambio por pequeño que sea, puede alterar ese equilibrio.

Cuando comienza a oscurecer, en una persona con el ritmo cirscardiano normal comienza a aumentar la temperatura corporal pereférica, segregando la hormona melatonina producida en la glándula pineal. Es en ese momento que comenzamos a sentir somnoliencia porque nos preparamos para el sueño durante la noche. Al despuntar el alba cuando nos exponemos a la luz, caen los niveles de melatonina, hay mayor nivel de alerta, nos despertamos y comienza la vigilia.

Hoy vivimos en una sociedad que tiende a regirse por patrones y hábitos irregulares, con sobre exposición lumínica alta en horarios nocturnos por el abuso de ordenadores, LEDS, iPad, teléfonos móviles, y horarios laborales cambiantes, que derivan en enfermedades o trastornos derivados de la alteración del ritmo ciscardiano.

Cabe resaltar que mientras dorminos, nuestro cerebro se “deshace” de los productos de la actividad neuronal acumuladas durante la vigilia, como por ejemplo la proteina beta-amiloide responsable del Alzheimer y otros trastornos neurológicos; en consecuencia debemos procurar mantener un horario estricto de sueño y buenos hábitos de autocuidado. En diversos países, existen estudios donde confirman que los trastornos de sueño se relacionan con alteraciones inmunológicas como la Diabetes Mellitus, la obesidad, y con alteraciones psicológicas como la ansiedad o depresión.

En consecuencia e independientemente de la edad, debemos procurar mantener un buen sueño en cantidad y calidad, así como promover iniciativas que nos permitan conciliar el ritmo de vida que llevamos con nuestros ritmos biológicos sin desajustar nuestro reloj interno. ¡Todo un desafío!

¿Has tenido pesadillas? ¡Te leo!

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Ética y ejercicio profesional

Desde el más sencillo oficio hasta la más compleja y difícil profesión que realice una persona e independientemente del sexo de quien se trate; tenemos que esforzarnos en producir bienes o servicios de calidad para satisfacer a los usuarios que requieran de nuestros servicios. En otras palabras, ofrecer lo mejor e impecable posible; inclusive el ordenamiento jurídico presume la buena fe del consumidor, reconociéndole acciones y derechos, pero no siempre fue así.

Con respecto a quienes producen conocimiento, Universidades y Organismos colegiados de profesionales, la investigación implica la aplicación de principios éticos fundamentales a una variedad de temas que organizan y sistematizan la búsqueda científica. La investigación se construye sobre la base de la confianza; es así como los investigadores confían en informes e investigaciones desarrolladas por otros que le precedieron.

Resulta imprescindible (y hasta deseable) que los resultados de la investigación describan al mundo lo más exacto posible, de forma precisa y libre de prejuicios que influyan en la opinión o toma de decisiones de los usuarios, o les induzcan a error; por eso es recomendable la lectura de diferentes autores que exploren otros puntos de vista, e inclusive que hagan cuestionar nuestros valores y creencias.

La ética se refiere a los deberes, valores y objetivos de una profesión como la transparencia, rendición de cuentas, prestación de servicios de alta calidad y responsabilidad ante los usuarios. Muchas veces nos hacemos una idea de lo que ocurre a nuestro alrededor por lo que otros escriben; pero no hay que olvidar que cada persona tiene su propio punto de vista para interpretar lo que le rodea y no necesariamente coincide con el nuestro.

Viajar, conocer, saborear y ampliar experiencias, nos enriquece el espíritu.

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El edadismo: Cómo empobrece la salud física y mental de las personas

En el más reciente informe de las Naciones Unidas, se calcula que una de cada dos personas tiene actitudes edadistas que repercuten en la salud física y mental de las personas reduciendo su calidad de vida, lo que se considera como una sigilosa pero devastadora conducta social, que puede adoptar muchas formas como prejuicios, discriminación, polticas y prácticas institucionales que perpetúan las creencias estereotipadas.

Los confinamientos llevados a cabo durante la pandemia del Covid-19, visibilizaron estereotipos, prejuicios y actitudes discriminatorias basadas en la edad, reduciendo las oportunidades de recibir una adecuada atención que garanticen la salud, bienestar y dignidad de las personas en todas partes. El discurso público y las redes sociales estereotipó tanto a las personas mayores como a las más jóvenes; la edad se utilizó como único criterio de acceso a la atención médica, a las terapias y al ordenamiento de los confinamientos.

Hay edadismo cuando se utiliza la edad para categorizar y dividir a las personas, causando daños, inequidad, desventajas e injusticias. Sin embargo; no afecta a todos por igual. En los jóvenes se manifiesta en el empleo, salud, vivienda, inclusive hasta en el campo político donde sus voces suelen ignorarse o rechazarse. Las personas mayores por el contrario se ven desfavorecidas en el lugar de trabajo, acceso a educación y formación especializada.

El edadismo acarrea graves consecuencias para la salud y bienestar de las personas. En los adultos mayores se asocia con una peor salud física y mental, un mayor aislamiento social, menor calidad de vida, mayor inseguridad financiera, soledad, entre otras, por lo que no gozan de una adecuada calidad de vida. Señaló Michelle Bachelet, quien era la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que el edadismo está tan generalizado en las actitudes, políticas, leyes e instituciones que no nos damos cuenta de lo perjudicial que es para nuestra dignidad y derechos.

En este sentido, la planificación de políticas públicas, junto con el adecuado marco normativo regulatorio y las actividades educativas en el sistema formal/no formal, dirigidas a mejorar la empatía, así como a cuestionar y combatir ideas erróneas, contribuirán con la reducción de prejuicios y a reducir el edadismo.

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