¿Hacia las tecnologías amigables y seguras para adultos mayores?

La tecnología se encuentra presente en nuestro día a día. A través de la gobernanza digital se busca mejorar la eficiencia y transparencia de los procesos gubernamentales mediante el uso de herramientas y soluciones digitales; así se han optimizado gestiones como la expedición de documentos de identidad, probatorios, o el acceso a portales para la obtención de certificados, pago de impuestos, operaciones bancarias, entre otros. El fin último apunta a reducir el tiempo de espera de los trámites, y en consecuencia mejorar la calidad de vida de las personas y ciudadanos

En la esfera privada resulta cada vez más frecuente incorporarla en las actividades cotidianas. Sin embargo hay que tener presente que la tecnología tendrá un buen o mal uso dependiendo de quién la opere. Al confiar nuestros datos personales en distintos portales, debemos estar atentos y prevenidos para evitar ser víctimas del phishing; es decir, un conjunto de técnicas de ingeniería social que buscan engañar a desprevenidos valiéndose de su buena fe para ganar su confianza, suplantando la identidad de personas, empresas, compañías e inclusive organismos públicos, para solicitar información personal y bancaria del usuario. En este sentido, se comprende que el entorno digital de los adultos mayores deba ser más seguro y confiable.

Ahora bien en aras de garantizar la seguridad, la veracidad de la información y la identidad de los usuarios, no debe sacrificarse la adaptabilidad y amigabilidad del adulto mayor; es decir, incurrir en una verificación excesiva de claves temporales con escaso margen de tiempo que hace engorroso un trámite originando el bloqueo del usuario por internet; o por ejemplo, el caso de una adulta mayor con alzheimer que vive en una zona rural a las afueras de la capital, cuyo hijo deba traerla en silla de ruedas a la agencia bancaria para que comprueben que efectivamente se trata de ella.

La idea debe ser incluir a los adultos mayores, no excluirlos. Es fundamental buscar un equilibrio en el sentido de garantizar la seguridad al acceder a las nuevas tecnologías, así como crear nuevos desarrollos que sean amigables, sencillos, intuitivos y accesibles para que nadie quede por fuera, inclusive en el uso de la tecnología del ocio como herramienta para mejorar el bienestar. Si no aprendimos con la rigurosidad del aislamiento durante la pandemia, ¿qué otra cosa falta saber?

Los saltos y cambios han ocurrido con tal velocidad, que la tecnología ni el acceso a internet han llegado por igual a todas las personas; por ello hay que tener en cuenta la realidad, necesidades y expectativas de este grupo etáreo. El entorno digital debe fomentar el envejecimiento activo y saludable, facilitar el aprendizaje durante toda la vida, y garantizar la autonomía personal. En fin, la tecnología debe apuntar a mejorar la calidad de vida de todos, especialmente para el adulto mayor.

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